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Pov. Katniss


Es un reto ser la florista de una boda y una invitada. Llevo todo el día corriendo para asegurarme de que las flores del lugar de celebración estén colocadas como Lucy quería. Y, además, cerramos temprano para la boda, así que Serena necesitaba ayuda para completar todas las entregas y subirlas al camión.

Para cuando Peeta llega a mi apartamento a recogerme, no estoy ni cerca de estar lista. Acabo de recibir un mensaje suyo preguntando si debería subir. Estoy segura de que es cauteloso porque todo es tan nuevo entre nosotros, y no sabe quién podría estar aquí si llamara a la puerta, y si querría que supieran que Peeta es mi acompañante en la boda.

Dudé en invitarlo a la boda por esa misma razón, pero estoy segura de que nadie en la boda de Lucy conocería a Gale. Nos movemos en círculos diferentes. Y en la remota posibilidad de que conozcan a Gale, y de que se entere de que estuve con alguien, el riesgo vale la pena. He estado esperando esta noche desde que Peeta aceptó venir conmigo.

Katniss: Sube, todavía me estoy preparando.

Peeta toca a mí puerta momentos después. Cuando abro la puerta para dejarle entrar, siento que mis ojos podrían doblar su tamaño como en los dibujos animados.

—Vaya. —Lo miro fijamente vestido con su traje negro de diseño. Se queda en el pasillo más tiempo del que normalmente haría esperar a alguien antes de invitarle a entrar, porque olvido cosas básicas como la hospitalidad cuando estoy en su presencia.

Lleva un ramo, pero no son flores. Son galletas.

Me las entrega.

—Me imagino que ya tienes suficientes flores —dice. Se inclina y me besa la mejilla, y yo quiero inclinar la cara lo suficiente para que sus labios se posen en los míos, pero espero no tener que ser paciente durante mucho tiempo.

—Estas son perfectas —digo, haciéndole un gesto para que entre—. Entra. Necesito unos quince minutos para vestirme.

Hoy he estado tan ocupada que ni siquiera he podido comer.

Abro una de las galletas y la muerdo. Luego, con un bocado, digo:

—Lo siento si esto es de mal gusto. Me muero de hambre. —Señalo hacia mi habitación—. Puedes esperar en mi habitación conmigo mientras me preparo; no me llevará mucho tiempo.

Peeta mira a su alrededor y lo observa todo mientras me sigue a mi habitación.

Mi vestido está colocado sobre la cama, así que lo tomo y me dirijo al baño. Dejo la puerta un poco abierta para poder hablar con él mientras me cambio.

—¿Dónde está Josh?

—¿Te acuerdas de Brad de aquella noche de póker?

—De hecho, sí.

—Su hijo, Theo, está en mi casa con Josh. Van a la escuela juntos.

—¿Qué le parece la escuela?

No puedo ver a Peeta, pero está más cerca del baño cuando dice:

—Bien, supongo.

Parece que está al lado de la puerta. Me paso el vestido por la cabeza y abro más la puerta. He elegido un vestido ajustado de color merlot con tirantes. Tiene un chal a juego, pero sigue colgado en el armario.

Peeta me mira cuando aparezco en la puerta. Sus ojos recorren mi cuerpo, pero no le doy tiempo para que me haga un cumplido.

—¿Puedes subirme la cremallera por favor? —Le doy la espalda y me levanto el cabello, pero noto que duda. O tal vez se está empapando del momento.

Terminamos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora