Pasan de las siete antes de llegar a casa. Gale llamó hace una hora y dijo que no vendría esta noche. La separación del craneópagos (o cualquiera que fuera la palabra que usó) fue un éxito, pero se va a quedar en el hospital durante la noche para asegurarse de que no haya complicaciones.
Atravieso la puerta de mi tranquilo apartamento. Me cambio a mi tranquila pijama. Como un tranquilo emparedado. Luego me acuesto en mi tranquila habitación y abro mi nuevo y tranquilo libro, con la esperanza de poder calmar mis emociones.
Efectivamente, tres horas y la mayor parte de un libro después, todas las emociones de los últimos días comienzan a filtrarse. Pongo un separador en la página en la que dejé de leer y lo cierro.
Fijo la mirada en el libro por un largo tiempo. Pienso en Gale. Pienso en Peeta. Pienso en cómo a veces, no importa qué tan convencido estés del rumbo de tu vida, toda esa certeza se puede ir con un simple cambio en la marea.
Tomo el libro que Peeta me compró y lo guardó en el armario con todos mis diarios. Entonces tomo el que se encuentra lleno de recuerdos de él. Y sé que finalmente es hora de leer la última entrada que escribí. Así puedo cerrar el libro para siempre.
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Querida Ellen,
La mayor parte del tiempo estoy agradecida de que no sepas que existo y que en realidad nunca te haya enviado ninguna de estas cosas que te escribo.
Pero a veces, sobre todo esta noche, me gustaría que lo hicieras. Sólo necesito a alguien con quien hablar de todo lo que estoy sintiendo. Han pasado seis meses desde que vi a Peeta y, sinceramente, no sé dónde está ni cómo le va. Tanto ha pasado desde la última carta que te escribí, cuando Peeta se mudó a Boston. Pensé que sería la última vez que lo vería por un tiempo, pero no fue así.
Lo vi de nuevo después de que se fue, varias semanas más tarde. Era mi decimosexto cumpleaños, y cuando se presentó, se convirtió en el mejor día de mi vida.
Y después en el peor.
Habían pasado exactamente cuarenta y dos días desde que Peeta se fuera a Boston. Conté cada día como si ayudara de alguna manera. Me encontraba tan deprimida, Ellen. Aún lo estoy. La gente dice que los adolescentes no saben cómo amar como adultos. Una parte de mí lo cree, pero no soy adulta, y por lo tanto no tengo nada con que compararlo. Pero creo que es probablemente diferente. Estoy segura de que hay más sustancia en el amor entre dos adultos que la que hay entre dos adolescentes. Factiblemente hay más madurez, más respeto, más responsabilidad. Pero no importa cuán diferente sea la sustancia de un amor respecto a las diferentes edades en la vida de una persona, sé que el amor todavía tiene que pesar lo mismo. Sientes el peso sobre tus hombros, en el estómago y en tu corazón, no importa la edad que tengas. Y mis sentimientos por Peeta son muy pesados. Cada noche lloro hasta quedarme dormida y susurro: "Sólo sigue nadando". Pero se vuelve muy difícil nadar cuando te sientes anclada en el agua.
Ahora que lo pienso, probablemente he estado experimentando las etapas del dolor en un sentido. Negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Me encontraba en profunda depresión la noche de mi decimosexto cumpleaños. Mi madre trató de hacer bueno el día. Me compró suministros de jardinería, hizo mi pastel favorito, y fuimos a cenar juntas. Pero cuando fue hora de meterme a la cama esa noche, no pude evitar la tristeza.
Lloraba cuando oí el golpe en mi ventana. Al principio, pensé que empezó a llover. Pero entonces oí su voz. Salté de la cama y corrí a la ventana, con el corazón en un ataque de histeria. Se encontraba de pie en la oscuridad, sonriéndome. Levanté la ventana y lo ayudé a entrar; me tomó en sus brazos y me mantuvo allí durante tanto tiempo mientras yo sollozaba.
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Terminamos...
Teen Fiction"EL AMOR DUELE..." ¿cuántas veces hemos escuchado y creído esa frase? ¿Será cierta o simplemente no conocemos la definición de amor y el cómo debe vivirse? Katniss (como muchas otras personas) creció en un hogar disfuncional, donde la idea del amor...