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Me acurruco en mi cama y lo miro fijamente.

Casi lo he terminado. No hay muchas más entradas.

Levanto el diario y lo coloco en la almohada junto a mí. —No voy a leerte —susurro.

Aunque, si leo lo que queda, habré terminado. Después de haber visto a Peeta esta noche y sabiendo que tiene una novia, un trabajo y muy probablemente una casa es el cierre suficiente que necesito en ese capítulo. Y si solo termino con el maldito diario, puedo ponerlo de nuevo en la caja de zapatos y no tener que abrirlo de nuevo.

Finalmente, lo recojo y me pongo de espaldas. —Ellen DeGeneres, eres tan perra.

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Querida Ellen,

—Solo sigue nadando.

¿Reconoces esa cita, Ellen? Es lo que le dice Dory a Marlin en Buscando a Nemo.

—Sigue nadando, nadando, nadando.

No soy una gran fanática de las caricaturas, pero te felicitaré por esa. Me gustan las caricaturas que pueden hacer reír, pero que también te hacen sentir algo. Después de hoy, creo que es mi caricatura favorita. Porque me he estado sintiendo ahogada últimamente, y a veces la gente necesita un recordatorio de que solo hay que seguir nadando.

Peeta se enfermó. Como, muy enfermo.

Se arrastró por mi ventana y durmió en el suelo por unas cuantas noches consecutivas ahora, pero anoche, supe que algo se hallaba mal ni bien lo miré. Era un domingo, así que no lo había visto desde la noche anterior, pero se veía horrible. Tenía los ojos enrojecidos, su piel se encontraba pálida, y aunque hacía frío, tenía el cabello sudoroso.

Ni siquiera pregunté si se sentía bien, ya sabía que no lo estaba. Le puse la mano en su frente y se hallaba tan caliente, casi llamé a mi madre a gritos.

Dijo—: Estaré bien, Katniss —y entonces comenzó a hacer su catre en el suelo. Le dije que esperara allí y luego fui a la cocina y le serví un vaso con agua. Encontré algo de medicina en el gabinete. Eran medicamentos para la gripe y ni siquiera me encontraba segura si eso era lo que estaba mal con él, pero lo hice tomar algunos de todos modos.

Se quedó allí en el suelo, acurrucado en una bola, cuando, alrededor de media hora más tarde, dijo—: ¿Katniss? Creo que voy a necesitar un bote de basura.

Salté de la cama y agarré el bote de basura de debajo de mi escritorio y me arrodillé delante de él. Tan pronto como lo dejé, se inclinó y empezó a vomitar.

Dios, me sentí mal por él. Estando tan enfermo y sin tener un baño o una cama o una casa o una madre. Todo lo que tenía era a mí y yo ni siquiera sabía qué hacer por él.

Cuando terminó, lo hice beber un poco de agua y luego le dije que subiera a la cama. Se negó, pero no lo escuché. Puse el bote de basura en el suelo junto a la cama y lo hice moverse a la cama.

Se encontraba tan caliente y temblaba tanto que simplemente tenía miedo de dejarlo en el suelo. Me acosté a su lado y cada hora durante las siguientes seis horas, continuó enfermo. Seguí llevando el bote de basura al baño para vaciarlo. No voy a mentir, fue asqueroso. La noche más asquerosa que he tenido, pero ¿qué otra cosa podía hacer? Me necesitaba para ayudarlo y yo era todo lo que tenía.

Terminamos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora