—Oh, Dios, creo que voy a vomitar.
Gale pone el pulgar bajo mi barbilla y levanta mi rostro hacia el suyo. Me sonríe. —Estarás bien. Deja de enloquecer.
Sacudo las manos y me balanceo de un lado a otro en el elevador. —No puedo evitarlo —digo—. Todo lo que tú y Madge me han contado acerca de su madre me pone nerviosa. —Mis ojos se amplían y llevo las manos hacia mi boca—. Oh, Dios, Gale. ¿Qué si me pregunta cosas sobre Jesús? No voy a la iglesia. Digo, leí la biblia cuando era más joven, pero no sé las respuestas a ninguna pregunta de la trivia de la Biblia.
En realidad se está riendo ahora. Me atrae hacia él y besa un lado de mi cabeza. —No te hablará de Jesús. Ya te ama, basada en lo que le he contado. Todo lo que tienes que hacer es ser tú, Katniss.
Comienzo a asentir. —Ser yo. Bien. Creo que puedo fingir ser yo por una tarde. ¿Cierto?
Las puertas se abren y me saca del ascensor, hacia el apartamento de Madge. Es divertido verlo golpear, pero supongo que técnicamente ya no vive aquí. En los pasados meses, comenzó a quedarse lentamente conmigo. Toda su ropa está en mi apartamento. Sus artículos de aseo personal. La semana pasada incluso colgó una fotografía ridícula y borrosa de mí en nuestra habitación; después de eso, se sintió realmente oficial.
—¿Sabe que vivimos juntos? —le pregunto—. ¿Está bien con eso? Digo, no estamos casados. Va a la iglesia todos los domingos. ¡Oh, no, Gale! ¿Qué tal si tu madre piensa que soy una perra blasfema?
Gale inclina la cabeza hacia la puerta del apartamento y me giro para ver a su madre de pie en la entrada, con una capa de sorpresa en su rostro.
—Mamá —dice Gale—, te presento a Katniss. Mi perra blasfema.
Oh, Dios mío.
Su madre me alcanza y jala hacia un abrazo, y su risa es todo lo que necesito para que la tensión me abandone. —¡Katniss! —dice, apartándome lo suficiente para obtener un buen vistazo de mí—. Cariño, no creo que seas una perra blasfema. ¡Eres el ángel por el que he estado rezando que apareciera en el regazo de Gale por los últimos diez años!
Nos mete al apartamento. El padre de Gale es el siguiente en saludarme con un abrazo. —No, definitivamente no luces como una perra blasfema —dice—. No como Tom, que clavó sus colmillos en mi pequeña cuando sólo tenía diecisiete. —Mira con frialdad a Tom, que está sentado en el sofá.
Tom se ríe. —Ahí es donde se equivoca, doctor Hawthorne, porque fue Madge quien me enterró los colmillos primero. Mis dientes estaban en otra chica, una que sabía a Cheetos...
Tom se dobla cuando Madge le da un codazo en el costado.
Y sólo así, cada gota de miedo que tenía se desvanece. Son perfectos. Y normales. Dicen "perra" y se ríen de las bromas de Tom.
No podría pedir nada mejor.
Tres horas más tarde, me recuesto en la cama de Madge con ella. Sus padres fueron a la cama temprano, alegando tener jet lag. Gale y Tom están en la sala de estar, viendo deportes. Tengo la mano en el estómago de Madge, esperando sentir al bebé patear.
—Sus pies se encuentran justo allí —dice, moviendo mi mano unos cuantos centímetros—. Dale unos cuantos minutos. Está muy activa esta noche.
Permanecemos en silencio mientras ambas esperamos a que patee. Cuando sucede, chillo con risa. —¡Oh, Dios mío! ¡Es como un extraterrestre!
Madge pone las manos en su estómago, sonriendo. —Estos últimos dos meses y medio serán un infierno —dice—. Estoy tan lista para conocerla.
—Yo también. No puedo esperar para ser tía.
—No puedo esperar para que tú y Gale tengan un bebé —dice.
Caigo sobre mi espalda y pongo las manos detrás de mi cabeza. —No sé si quiera tener uno. Nunca hemos hablado de ello.
—No importa si no quiere —dice—. Lo querrá. No quería tener una relación antes de ti. No quería casarse antes de ti, y ahora siento una proposición acercándose.
Apoyo la cabeza en una mano y la miro. —Apenas hemos estado seis meses juntos. Estoy bastante segura de que quiere esperar un poco más de tiempo.
No presiono las cosas con Gale cuando se trata de acelerar nuestra relación. Nuestras vidas son perfectas así. De todas formas, estamos demasiados ocupados para una boda, por lo que no me importa si quiere esperar un poco más.
—¿Qué contigo? —me presiona Madge—. ¿Dirías que sí si te lo propusiera?
Me río. —¿Estás bromeando? Por supuesto. Me casaría con él esta noche.
Madge mira por encima de mi hombro hacia la puerta de la habitación. Aprieta los labios y trata de ocultar su sonrisa.
—Está en la entrada, ¿no?
Asiente.
—Me oyó decir eso, ¿cierto?
Giro sobre mi espalda y miro a Gale, apoyado contra el marco de la puerta con los brazos cruzados sobre el pecho. No puedo saber lo que piensa después de oír eso. Su expresión luce tensa. Su mandíbula lo está. Sus ojos se estrechan en mi dirección.
—Katniss —dice con un autocontrol estoico—, claro que me casaría contigo.
Sus palabras me hacen enseñar la sonrisa más amplia y vergonzosa, por lo que pongo una almohada sobre mi rostro. —Guau, gracias, Gale —digo; mis palabras son amortiguadas por el almohadón.
La almohada es arrancada de mi rostro y Gale se encuentra de pie junto a mí, sujetándola contra su costado. —Vamos.
Mi corazón comienza a latir con rapidez. —¿Ahora?
Asiente. —Me tomé el fin de semana libre porque mis padres están aquí. Tienes personas que pueden encargarse de la tienda por ti. Vamos a Las Vegas y casémonos.
Madge se sienta en la cama. —No puedes hacer eso —dice—. Katniss es una chica. Quiere una boda de verdad con flores y damas de honor y es mierda.
Gale me mira. —¿Quieres una boda de verdad con flores y damas de honor y esa mierda?
Lo pienso por un segundo.
—No.
Los tres permanecemos en silencio por un momento, y entonces Madge comienza a balancear las piernas de arriba hacia abajo en la cama, loca de emoción.
—¡Van a casarse! —grita. Se baja de la cama y se apresura a la sala de estar—. ¡Tom, empaca! ¡Vamos a Las Vegas!
Gale alarga el brazo y coge mi mano, poniéndome de pie. Me sonríe, pero no hay forma de que haga esto a menos que sepa con seguridad que lo quiere.
—¿Estás seguro, Gale?
Pasa las manos por mi cabello y acerca mi rostro hacia el suyo, frotando los labios contra los míos. —La verdad —susurra—, es que estoy tan emocionado por ser tu esposo, que podría mearme en los malditos pantalones.
ESTÁS LEYENDO
Terminamos...
Teen Fiction"EL AMOR DUELE..." ¿cuántas veces hemos escuchado y creído esa frase? ¿Será cierta o simplemente no conocemos la definición de amor y el cómo debe vivirse? Katniss (como muchas otras personas) creció en un hogar disfuncional, donde la idea del amor...