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Pov. Katniss


Intento actuar con confianza en esto, pero en cuanto entro en mi habitación, pierdo toda la confianza que me hizo entrar aquí.

Es solo que ha pasado bastante tiempo desde que estuve con alguien. Probablemente desde justo después de quedarme embarazada de Emmy. No he tenido sexo después de la nena, y no he tenido sexo con Peeta desde que tenía dieciséis años, y ambos pensamientos empiezan a arremolinarse para crear este monstruoso tornado de pensamientos invasivos en mi mente.

Estoy de pie en medio de mi dormitorio cuando Peeta aparece en la puerta unos segundos después. Me pongo las manos en las caderas y me quedo... de pie. Me mira fijamente. Siento que se supone que debo hacer el siguiente movimiento, ya que soy yo quien acaba de invitarle a mi dormitorio.

—No sé qué hacer ahora —admito—. Ha pasado mucho tiempo.

Peeta se ríe. Luego se acerca a la cama porque, por supuesto, no puede caminar de forma poco atractiva. Cada movimiento que hace es sexy. Él quitándose la chaqueta del traje ahora mismo es sexy. La tira en mi tocador y se quita los zapatos. Dios, hasta eso fue sexy. Luego se sienta en mi cama.

—Vamos a hablar. —Se apoya en mi cabecera y luego cruza los tobillos.

Parece muy relajado. Y sexy.

No puedo imaginarme acostada en esa cama con este vestido. Sería incómodo, y probablemente no sería muy divertido intentar quitármelo si llegamos a ese punto.

—Déjame cambiarme de ropa primero. —Entro en mi armario y cierro la puerta.

Enciendo la luz, pero no pasa nada. La bombilla está fundida. Mierda. No puedo vestirme en la oscuridad. No tengo mi teléfono conmigo así que no puedo usar la aplicación de la linterna para ayudarme.

Hago lo que puedo, pero tardo un minuto en bajar la cremallera. Cuando por fin lo consigo, en lugar de salir del vestido, por alguna razón me lo pongo por encima de mi cabeza, y por supuesto se engancha en mi cabello. Intento soltarme el cabello, pero el vestido pesa mucho, y me lleva una eternidad en la oscuridad, y no puedo salir a buscar un espejo porque Peeta está ahí fuera. Sigo intentando desenredarlo. Después de unos minutos de derrota, Peeta finalmente golpea la puerta.

—¿Estás bien ahí dentro?

—No. Estoy atascada.

—¿Puedo abrir la puerta?

Estoy de pie en sujetador y bragas con un vestido a medio camino sobre mi cabeza, pero esto es lo que merezco. Esto es el karma del armario.

—Bien, pero no estoy realmente vestida.

Oigo a Peeta reírse, pero cuando abre la puerta y ve mi situación, entra inmediatamente en acción pulsando el interruptor de la luz. No hace nada, por supuesto.

—La bombilla está fundida.

Se acerca a mí para inspeccionar mi situación.

—¿Qué pasó?

—Se me enredó en el cabello.

Peeta saca su teléfono y utiliza la luz para ayudarse a ver en qué estoy enredada. Tira de mi cabello y de mi vestido en direcciones opuestas, y entonces, mágicamente, mi vestido está en el suelo.

Me aliso el cabello.

—Gracias. —Me cruzo de brazos—. Esto es vergonzoso.

La luz del teléfono de Peeta sigue encendida, así que puede ver que estoy en sujetador y bragas. Apaga la luz de su teléfono, pero la puerta del armario está abierta y hay una lámpara encendida en el dormitorio, así que sigo siendo muy visible para él.

Terminamos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora