Capítulo 13.

252 44 14
                                    


No es coincidencia que desde hace dos días, justo después de su discusión, John se comportó más violento. El alumnado mantuvo falsas esperanzas de apaciguar las llamas 'violencia' del infierno 'Wellston' en los pocos días que King no actuó como un desgraciado. Ellos solos se ilusionaron por creer que habría un descenso cuando su Rey está en su pináculo de tiranía. Porque un momento de calma no significa que la tormenta haya terminado.

"Tormenta...".

Ha estado haciendo metáforas demasiado seguido últimamente, pero no lo considera como un verdadero pensamiento que le ayude. Puede que tal vez solo lo esté hundiendo en lo que no necesita ahora.

Consiente, Arlo puede callar la filosofía pobre que está en su cabeza, antes de rebasar la última escalera y cruzar la puerta, como la última vez que lo hizo. Pronto ya está sobre la fresca azotea, avanzando hasta uno de sus extremos donde un hombre raro está sentado.

"¿Quién dijo que podías estar aquí?". Comodín levanta la vista, siguiéndolo con la mirada desde que ha percibido su presencia hasta que se sienta a su lado, pero con una distancia considerable. "Tú mismo dijiste que esto era reservado para la realeza, y yo soy el único que lo es en esta escuela".

En su mirada cargada de molestia John trata de alejarlo para recuperar su paz interrumpida. Pero Arlo ni siquiera le ha dirigido la mirada, en cambio, se ha puesto a comer lo que trae su bandeja tan pronto como se sentó. "No me ignores, pedazo de basura".

"¿Me vas a dejar comer o no?". Arlo no ha terminado de masticar el bocado de sándwich en su boca cuando habla, antes, no se habría permitido algo así, claro, Arlo el recto jamás se permite algo así, pero ese Arlo de allí, está muy cansado como para hacerlo.

"Haz lo que quieras".

John chasquea la lengua antes de dejarlo en paz y fijarse en su celular.

Todos esos chillidos de personas se encuentran abajo, recorriendo los pasillos y en la cafetería, allí no hay nada más que tranquilidad. No hay gritos, ni risas, sin chistes ni murmullos, sin ojos que lo miren en cada movimiento buscando un error. Solo relajarse, si, relajarse junto al alumno más peligroso y poco cuerdo de Wellston, pero que no lo mirará.

El silencio los cubre, Arlo no se siente incómodo con eso y puede estar seguro que John tampoco, porque John no volvió a mirarlo, ni siquiera cuando se fue.

La Depresión del Rey | JarloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora