Capítulo 31.

235 37 5
                                    


Tener miedo es normal.

Tiene miedo de creer en las palabras que le repiten.

Las autoridades colaboran con BRASA, eso es algo que todavía no puede asimilar. Aunque Elaine ya curó sus heridas de brazo, el dolor en Arlo es real y arde más que nunca, revolcándose en su interior con arrebatos solo para recordarle como el mundo se separa en dos. 

Todo lo que creyó, cada una de las palabras que escuchó cuando era niño, ahora se desmoronan y la gente en sus recuerdos le grita lo desagradable y poco confiables que son las autoridades. 

Pero su tía, su tía es uno de ellos.

Su tía es su ejemplo a seguir.

¿Cómo pueden decirle que su héroe es mentira?

No.

Mienten.

Él no puede aceptarlo.

Son fanfarrones.

Mienten.

Mienten.

'Por favor, mientan'.

Arlo siente que los labios le tiemblan al intentar hablar, con la agonía comiendo su corazón, siente la fuerte necesidad de buscar el consuelo y de ser escuchado. Incluso si su naturaleza cerrada se lo prohíbe, esa es la única alternativa que tiene o puede que la olla a presión explote.

Confía en John, John confió en él así que estará bien mientras sea él quien lo escuche y no otra persona. No va decirle que la carga en sus piernas es también por él, solo necesita decírselo.

"John, ¿Puedo contarte algo?".

"Claro". Él le dice, pero se mantiene en su tarea. Eso está bien para Arlo porque no sabe si su aspecto delataría antes de que dijera algo.

"Es solo que...". El coraje que juntó se siente insuficiente, pero su propia desesperación es la que utiliza como combustible para seguir adelante. "En ocasiones". Casi siempre. "Es doloroso todo y...".

Los ojos de John ahora lo miran con total atención, sin poder leer la expresión de John desea que él le pregunte, que lo ayude seguir porque no sabe hacerlo por sí solo.

Pero eso no sucede.

"Te entiendo, créeme que te entiendo. Yo también me siento así, desde que...".

¿En qué punto?

Arlo solo quiso hablar con él sobre lo que lo agobiaba y John convirtió la conversación en su liberación, comentando sobre lo mal que se sentía. Supo que John esperaba que él lo impulsara a continuar para desahogarse por completo.

Como Arlo acababa de hacer...

"Ya veo, bueno..." Dudó en qué decir, sintiéndose desorientado; ese tema, lo que cuervo dice, eso ya lo han hablado antes y le dará la misma respuesta: "No sobre pienses en eso, lo que está hecho está hecho". Aunque fuera seca, eligió seguir intentando que la conversación fuera por el camino que él quería, él quería una conversación donde no tenga que calmar llantos.

Pero de nuevo, John encontró la grieta donde colar sus problemas y comenzó a hablarle de nuevo de ellos.

Claro, a John no podía importarle nada que no sea él ahora.

Él solo quería ser consolado.

Y Arlo se resignó.

A que John no iba a escucharlo si no se trataba del mismo John la conversación.

Suspiró antes de dejar a John hacer lo suyo.

Y John comenzó a llorar.

Y él también quiso hacerlo, quiso llorar por sentirse tremendamente solo.

Pero no dejó que el escozor de sus ojos progresara y volvió a fingir ser fuerte.

Solo para sostener una vez más a John.

'John lo necesita'.

'John ahora está débil'.

'John debe desahogarse'.

'John necesita de su lugar seguro'.

'John, John, John'.

'John...'.

Empezaba a odiar ese nombre.

La Depresión del Rey | JarloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora