Capítulo 17

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Cuando Arlo llega con la camisa desfajada y el sudor bañando su frente, la sangre en el brazo de Bykle es lo primero que capta su atención. Él que está cerca del hombre llorando mantiene una expresión molesta que opaca su preocupación.

Arlo mantiene su respiración agitada mientras ignora a Bykle y se acerca con cautela. No sabe qué hacer, corrió allí precipitándose, pero se da cuenta que no tiene claro cómo debería actuar, nunca antes a consolado a alguien. La única vez que lo intentó fue con Remi, pero duda que un simple apretón en el hombro sea suficiente para calmarlo; hasta ese momento escucharlo mientras lloraba había sido más que suficiente, pero ahora no lo será.

Con duda y nerviosismo desplaza sus palmas sobre la espalda de John mientras lo llama esperando que aparte sus palmas del rostro y lo mire.

"John...".

"¡Habla más fuerte que con sus lloriqueos no creo que te escuche!". Bykle le grita, sosteniendo sus heridas.

"¡¿Quieres guardar silencio?!". Responde. "¡Mejor encárgate de eso!".

"¡Estarán bien, gracias!". Bykle le dice con sarcasmo mientras frunce más sus cejas molesto. No puede creer como lo están echando cuando se ha arriesgado solo para que el otro hombre no se haga daño.

Una vez Bykle se ha alejado, no lo suficiente para su gusto, pero si lo necesario, Arlo presta más atención a John.

"John... tienes que calmarte".

"Ya...ya...a-acaben...co-con...sto". Chilla, ahogando sus palabras por las incesantes lágrimas. Es una súplica de voz quebrada que lo rompe al escucharla.

"John...". Quiere decirle algo, pero su propia garganta se cierra.

"Ya ba..basta...or fav-vor..."

"Oye...". Palma su espalda, tomando sus manos e intentando alejarlas de su cara.

"Soy un maldito... Nunca debí nacer". No funciona.

Llorando amargamente, depreciando la vida y ocupando las pocas fuerzas que tienen en detestar su vida, sus acciones, el mundo y su propio yo. Arlo lo abraza, tratando de consolarlo y negar cada una de las afirmaciones hirientes que hace John. Quiere mostrarle un camino, desea que pueda ver entre tanta oscuridad soluciones.

"Yo estoy aquí, John. Voy a ayudarte."

"No puedo más...".

"Puedes hacerlo, yo te ayudaré si es necesario".

"¡¿Y cómo se supone que me ayudes?! ¡Alguien como tú no podría ayudar a nadie!".

John lo empuja, intenta huir de él porque no quiere escucharlo. Se niega a permitir que sea el traicionero Arlo quien lo salve.

Para Arlo, que puede mirar el rostro hinchado y rojo del llanto, se siente inquieto. Sin poder tragarse por completo la destrozada imagen del que una vez fue el frío Rey Tirano.

"¡Solo confía en mí!". Le grita, llevándolo de nuevo a sus brazos y haciendo que esconda ese rostro odiosamente lamentable en su hombro. "No te abandonaré, te lo prometo".

La Depresión del Rey | JarloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora