Parte III. Capítulo 11.

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Esa ocasión no fue la última, ha sido llamado más veces por el hombre que busca respuestas, y Arlo no se las niega. John ha estado acudiendo a él cuando necesita de un consejo, y, sorpresivamente, John tomaba en cuenta su opinión, casi siempre. Había descubierto que hablarle con las palabras adecuadas en los puntos frágiles podía hacer que John actuara como un perro menos salvaje.

"No he tenido muy buena comunicación con mi padre últimamente, rechazo sus llamadas y no contesto sus mensajes. Simplemente no puedo y él no ha dejado de insistir, estoy demasiado cansado como para responder". Cuervo no parece arrepentido, solo admite que no está haciendo algo bien y tira su cabeza hacia delante con tristeza. Como un cachorro que se está regañando a si mismo por haber regado los royos de papel higiénico por toda la sala de estar.

"Solo envíale un mensaje diciéndole que necesitas espacio. Es tu padre y seguro te dará el tiempo que necesiten. Debe estar preocupado por ti".

"No lo había pensado...".

Arlo sabe que una gota se aproxima cuando John mira al jugo de manzana en su mano y luego sonríe, una larga fila de dientes como un aviso de precaución.

"Quería hablarte de algo". Rubia levanta las cejas. la pequeña charla con su padre, desde luego, no podría ser el tema principal si John no ha llorado. "Haré mi próximo movimiento".

"Entonces vas a seguir con todo esto, John".

"Por supuesto que lo haré. Así que no te metas como has estado haciendo".

"Despreocúpate, no voy a actuar, no me interesa. Haz lo que se te venga en gana, no me afecta". Está acercando el cuchillo en su garganta y la propia del hombre frente a él, pero tampoco le importa. "Pero piensa John, luego de eso vendrás a llorar conmigo".

"Jódete".

La Depresión del Rey | JarloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora