Prólogo

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Creo que el peor dolor que puede experimentar una persona es ver con sus propios ojos como la persona que más ama en el mundo se destruye así misma.

En el fondo, gritando en silencio por auxilio y yo fingiendo no escuchar esa desesperación, la agonía que delatan sus pupilas cada vez que las miras. La tristeza en su rostro que oculta.

Saber que esa persona por la que darías la vida no quiere vivir.

¿Qué nos detiene de poder salvarla? Esa barrera invisible pero poderosa que nos limita, ata nuestras manos cada vez que deseamos tocarlos y brindarles confort, amordaza nuestra boca cada vez que deseamos alentarlos.

Eso que maldigo de mí y que maldigo de todos.

Nuestro orgullo, el estúpido orgullo.

Lo vi golpearse la cara con sus palmas, con una fuerza desmedida, con intención de castigarse con severidad.

Una.

Azotando sus manos contra sus mejillas mientras lloraba.

Dos.

Gritó.

Tres.

Se repitió con fuerza, raspando su garganta y asegurándose de grabarse las palabras con dolor.

Cuatro.

Cinco.

Seis.

La Depresión del Rey | JarloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora