Parte VIII. Capítulo 27.

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John estaba buscando sus zapatos debajo de la cama cuando la puerta suena, no es usual que Arlo reciba visitas. Duda si debería abrir porque no desea encontrar a nadie, pero Arlo todavía está duchándose.

Puede solo ignorarlos y hacer que la otra persona vuelva más tarde porque Arlo no está allí supuestamente.

O puede abrir y ver lo que sea que alguien tenga que decir.

Abre, los ojos zafiros alguna vez brillantes lo atrapan, lo tienen como objetivo y no paran de verlo con sorpresa. La mujer que alguna vez fue la 'Diosa' está parado frente a él, la que alguna vez fue su mejor amiga.

"¿Seraphina?...". Él pregunta, sin lograr que sus músculos reaccionen. ¿Ella está ahí por él? Cuando lo ha evitado tanto ¿eso es posible?

Ella vuelve a la calma antes que él, mirándolo como miraría al Jocker.

"Arlo tiene que entregarme documentos que el director dejó con él y no devolvió".

No, no es posible.

"Ya veo".

"¿Dónde está Arlo? Si no puedo obtener ahora ese encargo entonces al menos dile que se encargue para que el director no tenga que enviarnos de nuevo".

Su tono es un impostor, un tono tranquilo que ella intenta sostener sin ser capaz de ocultar la molestia y la incomodidad en él.

Cuando ella da la vuelta y comienza a irse, John no puede ver la escena transformada; mirando la espalda de Seraphina con su cuerpo alejándose de él de la misma manera en que ella lo está siendo en realidad, como alguna vez lo hizo Claire también.

"¡Espera!". Seraphina se detiene, espera que tirano hable, esperanzada por algo que no llegará. "Yo sé dónde están".

Esos, los recuerda porque Arlo habló de las copias ayer mientras conversaban. Diciendo que debería haberlos devuelto hace días, pero nunca contó con el tiempo suficiente para hacerlo; temiendo que el director pueda pensar mal de él.

No le dice nada a la mujer que se ha devuelto y lo está mirando con una expresión extraña, regresa a la habitación y saca de la cajonera superior los folders paja, busca en ellos hasta que la estructura de las copias es similar al de sus recuerdos; porque para él, todo ese contenido es aburrido.

Cuando uno cuadra deja el resto en su lugar y vuelve a la entrada, los extiende clavando sus ojos en su propia mano extendida, incapaz de levantarla y mirar a Seraphina a los ojos.

"Gracias".

Seraphina le dice antes de esfumarse.

La Depresión del Rey | JarloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora