⚠️ Contiene escenas sensibles para algunos, se recomienda discreción.
En cada cual habita lo bueno y lo malo; lo decisivo es a cuál damos alas para volar.
Corrí y corrí, como una desquiciada.
Las calles estrechas se desdibujaban en la oscuridad de la noche. Mi tristeza era tan grande que no le puse atención a la velocidad con la que mis piernas se movían; las formas de las casas, las calles y todo alrededor se emborronaban y se mezclaban entre sí. Me detuve poco a poco. No supe adonde había llegado, esa zona de la ciudad no la conocía.
Los hogares cerrados parecían observar mis pasos desorientados con indiferencia muda. Llovía y el agua se confundía con mis lágrimas, me las enjugué con el dorso de la mano y el grito que iba a lanzar quedó atrapado en mi garganta.
Eran lágrimas de sangre, lágrimas rojas que me recordaban mi nueva naturaleza, y que mancharon la chaqueta que Lilyann me prestó.
Un auto pasó por mi lado y tocó el claxon, lo ignoré. No importaba quién era, no quería saber nada de nadie y si les molestaba que yo caminara por el arcén, que se lo dijeran al dedo medio que les mostré.
Me escabullí en un callejón, buscando más soledad. El agua fría me empapaba la ropa, pegándola a mi piel. Me apoyé contra la pared húmeda y me fui resbalando hasta sentarme en el piso. Elevé la vista hacia el cielo, permitiendo que las gotas de lluvia me bañaran el rostro. Deseaba revolcarme en la autocompasión (o en mi patetismo).
Pasaron minutos, tal vez horas; no lo sé. Un fuerte olor hizo cosquillas en mi nariz. Con lentitud abrí los ojos esperando no ver nada, pero me sorprendió ver a Román parado allí, con una gran sonrisa en su rostro, como si acabara de ganar la lotería.
Te digo, no es que él fuera feo, de hecho, hasta parecía el integrante de alguna boyband famosa. Pero su mala fama lo precedía. Se decía que había forzado a su última novia y aunque la chica lo había llevado a las autoridades, fue absuelto a causa del dinero de su familia y, por eso, caminaba con impunidad, creyéndose intocable.
Aparte, siempre se me insinuaba, hacía comentarios fuera de lugar, era brusco, incluso una vez escribió en un pupitre «Sara es una perra». En el off road me humilló delante de todos los presentes solo porque lo había rechazado para ir al baile. ¿De verdad planeaba conquistarme así?
—Sabía que eras tú —afirmó con cinismo mientras se limpiaba la nariz con el dorso—. No estás muerta. ¿Cómo es que la asesina de su padre deambula libre por allí? —Su pregunta malintencionada me hizo mirarlo con furia—. ¿Qué? No me mires así. Eso es lo que todo el mundo sospecha.
Me irritó.
—Déjame, no quiero charlar con nadie —contesté tratando de sonar fría. No quería demostrarle que me afectaba lo que acababa de decir.
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Eterna Oscuridad: La vida después de la muerte ✔️
Paranormal🌟Historia Finalista Wattys 2023🌟 Sara nunca ha podido llevar una vida estable. Tiene pesadillas inquietantes y escucha voces que la atormentan. A pesar de todo, intenta vivir como una adolescente normal. Pero una noche es convertida en un ser de o...