Monstruo

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El amor incondicional es el único camino hacia la redención.


Casi toda la familia se hallaba reunida en la sala, apiñados alrededor del fuego. Hacía tanto frío durante la noche invernal, que ni la chimenea nos calentaba lo suficiente. El olor a humo se mezclaba con el de la humedad que se colaba por las paredes. Mirábamos la tormenta a través de los cristales empañados, intranquilos y con el corazón en un puño, la mirada perdida entre las ramas de los árboles que se agitaban furiosas bajo el embate del viento, esperando las noticias que no terminaban de llegar.

Un trueno retumbó y algunos respingamos, Lizbeth soltó un grito agudo y se aferró a mi brazo.

—¡Miedosa! —se burló Henry, aunque su rostro tampoco tenía color.

Madre se balanceaba de un lado a otro, retorciéndose las manos. Horatio le acariciaba la espalda, intentando consolarla.

La puerta principal se abrió de par en par, sacudiéndonos a todos de nuestro letargo. Entró papá, sus ropas escurrían formando un charco en el suelo de madera, le seguía Alphonse en condiciones similares, temblando de frío y estornudando.

—¡A ese ingrato lo voy a enviar directo a América en cuanto aparezca! —bramó papá con voz muy firme.

Madre y yo nos apresuramos hacia él para ayudarle a quitarse la gabardina y el bombín mojados.

—Me inquieta el paradero de Lysander —comentó madre con preocupación—. No ha vuelto desde hace tres semanas, nunca se ausenta tanto tiempo.

—¡Ese sinvergüenza está de fiesta! —le cortó papá con brusquedad—. Estoy seguro de que se atiborró de opio y perdió el camino a casa.

Luego miró con severidad a Horatio y a Henry. Estos se enderezaron al sentir su mirada.

—Ni se atrevan a imitar los pasos del inútil de vuestro hermano —declaró con desaire—. Deben seguir el ejemplo de Alphonse, no el suyo.

—Padre, ya es demasiado tarde para lamentarse —intervino Alphonse, sereno—. Debemos continuar la búsqueda, madre podría tener razón. A pesar de sus fiestas, nunca se ausenta por más de tres días.

Por su respuesta, padre le dedicó una mueca adusta.

De nuevo se escuchó un fuerte trueno desde afuera. El frío viento huracanado golpeaba las ventanas. Un sirviente apareció y le dijo algo a papá al oído, su rostro se tensó y se volvió hacia la puerta.

—¡Así que te has dignado a aparecer! —espetó furioso

Les susurré a Lizbeth y Henry:

—Vamos, esta es una conversación que no nos incumbe —Y abrí mis brazos para recibirlos.

Entonces alcé la vista y ahí estaba él. Todos nos quedamos inmóviles, conteniendo el aliento.

Era Lysander y al mismo tiempo parecía otra persona. Su cabello estaba más largo y desaliñado, sus ojos nos miraban con furia y su tez lucía enfermiza. Hasta mi padre, que nada lo perturbaba, se encontró sin palabras, boquiabierto ante semejante visión.

 Hasta mi padre, que nada lo perturbaba, se encontró sin palabras, boquiabierto ante semejante visión

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Eterna Oscuridad: La vida después de la muerte ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora