Infierno VIP

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La familia no garantiza la confianza, los actos la ganan.


Como suele decirse, el tiempo vuela. Pues desde la carrera hasta hoy ya habían pasado dos meses y Lilyann pronto se iría a Londres para ayudar con lo de la boda de su sobrino. Así que nos había invitado a una salida para despedirse antes de su gran viaje.

A las diez de la noche estábamos en la discoteca «Infierno VIP», un nombre peculiar considerando que era frecuentada por vampiros. El lugar estaba sumido en la oscuridad, salvo por las luces estroboscópicas rojas, azules y verdes que parpadeaban al ritmo de la música electrónica. El ambiente estaba impregnado de fragancias de tabaco y perfume caro mezclados con un sutil olor a sangre.

Yo no podía ser la chica que era una copia andante de la vampiresa madre. Por lo que tuve que hacer algunos cambios en mi apariencia con mi habilidad; llevaba el pelo rubio, recogido en una coleta apretada, los clásicos stilettos fueron cambiados por unas botas de tacón hasta la rodilla, llevaba una falda corta (mucho más de lo que acostumbraba) y una gabardina roja.

 Por lo que tuve que hacer algunos cambios en mi apariencia con mi habilidad; llevaba el pelo rubio, recogido en una coleta apretada, los clásicos stilettos fueron cambiados por unas botas de tacón hasta la rodilla, llevaba una falda corta (mucho ...

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Nos permitieron entrar sin hacer fila, al parecer Lily era muy conocida allí, pues el guardia le saludó con reconocimiento. Pude distinguir a los chupasangres de los humanos: los primeros apenas nos miraban; los segundos no nos quitaban la vista de encima.

La música retumbaba a través de las paredes, que vibraban al ritmo de los bajos mientras las luces del techo parpadeaban en una explosión de colores cambiantes.

Lysander se dejó llevar por la melodía y nos llevó al centro de la pista, balanceándose con una sonrisa. Su alegría contagió a Lilyann, que extendió los brazos con las palmas hacia arriba, invitando a otros a unirse. El espacio se llenó con más y más gente que ondeaba los brazos, giraba y daba saltos enloquecidos siguiendo un compás frenético, formando un círculo eufórico a nuestro alrededor.

Xander me agarró de la mano y me pidió bailar, y yo, ni corta ni perezosa, acepté. Nos dejamos llevar, olvidándonos de todo lo demás, y nuestras risas se perdían entre el alboroto. Para mi sorpresa, bailábamos como si estuviéramos hechos el uno para el otro, con una sincronía que nos hacía parecer bailarines expertos que se conocían de toda la vida.

En ese momento, deseé con todas mis fuerzas que el tiempo se congelara. Pero eso no ocurrió y al concluir nuestro baile, nos abrimos camino entre la multitud hacia nuestra mesa.

—No sabía que te gustaba bailar y que se te daba tan bien —dije.

—Recuerda que amaba las fiestas, pero hace unos años dejé de frecuentarlas —respondió él.

Pasamos junto a un chico que se parecía por la espalda a Louis. Le toqué el hombro, al girarse me di cuenta de que no era él.

—Lo siento, te confundí con alguien más —comenté, apenada.

Eterna Oscuridad: La vida después de la muerte ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora