⚠️Contiene escenas sensibles para algunos, se recomienda discreción.
La verdadera fuerza no es reprimir nuestras emociones, sino dominarlas.
Lysander parecía estar en su propio mundo, iba y venía. Cuando de repente me recordaba, decía mi nombre y me enseñaba diferentes técnicas de esgrima y movimientos de defensa personal. Todavía tenía un aire de indiferencia a su alrededor, pero parecía menos distante de lo que había sido durante las primeras semanas.
Lilyann era diferente a su hermano, cálida, cariñosa y comprensiva. Desde mi despertar, me visitaba a diario en mi cuarto, trayéndome alimento y sentándose a mi lado en la cama. Su voz era como una canción de cuna, llena de amabilidad, mientras explicaba aspectos de mi nueva condición.
Cuando no tenía algún compromiso, me entrenaba en el uso de la daga, y sí, Lysander quedaba muy atrás, ya que ella era bastante hábil con esa arma. También, a diferencia de él, perdía la paciencia con rapidez. Su método de enseñanza era que debías hacerlo bien, como máximo, en tres intentos. Siempre me observaba con ojo crítico y, al fallar, me lanzaba una mirada gélida y un cumplido condescendiente que se sentía como una bofetada en la cara.
Días después, la ansiedad no me permitía estar un día más sin ver a Casandra, Marcos o sin saber de Louis, ni siquiera me sentía capaz de esperar a que se hiciera de noche.
El cielo se veía encapotado, lo que me permitiría salir a la calle, en tanto tomara las precauciones necesarias. Vestía una camiseta de mangas largas, un jean y botas altas; esperaba que eso fuera suficiente.
Agarré mi bolso, respiré hondo, como cuando era humana; y decidí bajar a la cocina. Uno de los consejos de Lily era alimentarme lo suficiente antes de ver a algún humano, así podría contenerme mejor.
Abrí el refrigerador, tomé tres bolsas y me las bebí de un tirón. Recordé a Román y un sentimiento de asco me invadió, no por las razones que puedes creer, sino que, en definitiva, la sangre fresca era mucho mejor, y la de la bolsa no lo era. Sacudí la cabeza para alejar ese pensamiento. ¡Carajo! ¿Mi repulsión a la sangre estaba desapareciendo?
«A ver, Sara con H, la idea es que te contengas, no que te antojes», me reprendió la voz en mi mente.
—Lo sé, lo sé.
Al abrir la puerta, el viento soplaba fuerte, presagiando tormenta. Decidí caminar hasta la quinta de mi amiga, pues eso me ayudaba a pensar con claridad sobre todo lo que había pasado en estos últimos meses, y... enfrentarme a Darius... ¡Cielos! Debía ser sincera, rehuía ese tema porque me aterraba la mera idea de luchar contra él.
Pero...
¡Malvado clima de la ciudad que cambiaba constantemente, como si estuviera desquiciado! Los rayos del sol atravesaron las nubes, golpeándome los ojos con fuerza cegadora, obligándome a entrecerrarlos. El aire se sentía abrasivo en mi piel, calentándola.
Lily me había advertido:
«Si vas a salir de día, lleva siempre un paraguas contigo, te ayudará mientras te apresuras a buscar refugio en caso de que el sol salga»
Rebusqué en mi bolso y no encontré la sombrilla. Entonces, recordé que la había dejado justo sobre la cama.
«Sara con H, ¿es en serio?», dijo la vocecita en mi cabeza con un suspiro.
Di un paso y fue como si hubiese hecho estallar una bomba de flashes de cámara. Podía sentir que mi piel comenzaba a ampollarse. Sin otra opción, corrí hacia la parada del autobús, con la esperanza de que su techo protector me salvara de este enemigo invisible.
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Eterna Oscuridad: La vida después de la muerte ✔️
Paranormal🌟Historia Finalista Wattys 2023🌟 Sara nunca ha podido llevar una vida estable. Tiene pesadillas inquietantes y escucha voces que la atormentan. A pesar de todo, intenta vivir como una adolescente normal. Pero una noche es convertida en un ser de o...