Vendetta

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⚠️Contiene escenas sensibles para algunos, se recomienda discreción.


La verdad, aunque duela al principio, trae claridad y entendimiento


Cerré los ojos, esperando el final.

Pero no llegó.

Abrí los ojos y vi un resplandor tenue. Me encontré de nuevo en aquella habitación donde la muerte era palpable. El aroma a humedad, cera y sangre me sofocaba. Seguía atada, aunque no tenía mordaza. Apareció aquel hombre que tenía la apariencia de mi padre, con el arma en sus manos.

—Por favor, Alexis, ¿por qué haces esto? ¿Qué hice para que me odiaras? —supliqué con desesperación.

Pero Alexis no respondió, en cambio, se acercó más.

Con la angustia invadiéndome, escaneé aquel sitio macabro con la vista, buscando con desespero alguna vía de escape.

Entre las sombras se recortaba el rostro de la mujer cuya voz me condenaba a muerte.

Tuve que ahogar un grito, porque su rostro... era el mío.

Mi piel ardía, bajé la mirada y divisé a las lenguas de fuego lamer mis piernas

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Mi piel ardía, bajé la mirada y divisé a las lenguas de fuego lamer mis piernas. Finalmente, Alexis apuntó su cuchillo no a mi corazón, sino directo a mi vientre.

Apreté los parpados y un estallido de dolor me sacudió el cuerpo.

Mis párpados se abrieron de par en par al mismo tiempo que un grito brotaba desde lo más profundo de mi garganta.

—Sara, tenemos que quitar eso, dame la mano —escuché la voz distante de Lou, y con dificultad, le obedecí.

—Esto parece un parto —comentó alguien.

Se sentía como si estuvieran desgarrándome las entrañas. Tras una cuenta hasta tres, sacaron el metal y lancé otro alarido funesto. El espeso olor a cera hirviendo comenzó a asfixiarme. Me dieron una bolsa de plasma y la bebí con ansia desesperada, como si fuera agua después de una larga travesía por el desierto. De a poco mis sentidos fueron afinándose otra vez y pude notar el empeño de mi sangre en atenuar la herida, pero no era suficiente.

Entonces caí en cuenta.

El sol estaba a mitad del cielo, parecía mediodía.

—¿Por qué no soy cenizas? —inquirí.

Todos se miraron con extrañeza y Louis se frotaba la mano que yo había sostenido.

Oe, verdad. Se supone que el sol debió matarte —coincidió desconcertado.

Intenté levantarme, mas el mundo giró demasiado deprisa y Louis me sostuvo antes de que cayera. Podía escuchar el latido de su corazón, fuerte y tentador. La sed ardía en mi garganta, anhelando su sangre.

Eterna Oscuridad: La vida después de la muerte ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora