El loco

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Aprende, pero sin perder la humanidad en el proceso.


Lily estaba obsesionada con mi cabello del color del cobre dorado. El ritual de trenzarlo y destrenzarlo parecía hipnotizarla, tanto como me relajaba a mí. Ese día, mientras ella practicaba peluquería conmigo, oímos un gruñido y el impacto de algo metálico contra una superficie sólida.

Intentamos pasarlo por alto, pero fue imposible.

—¿Qué le pasa? ¿Acaso pelea con su verdadera forma? —pregunté curiosa.

Ella se encogió de hombros y siguió peinándome con delicadeza.

—Practica esgrima —me colocó unos pasadores de flores en la trenza recién hecha—. Listo. Puedes ir con él y que te muestre un poco. Te será útil dominar ese arte.

Me quedé congelada ante la posibilidad de estar en la misma habitación que él.

—¿Segura? ¿No intentará atravesarme el pecho con la espada antes? Considerando que anoche quise atacarlo.

Jolie, jolie, relájate. Él sabe que debe entrenarte.

Y abrió la puerta de su habitación, me hizo salir y me dedicó una sonrisa enigmática antes de cerrarla, dejándome afuera.

Y abrió la puerta de su habitación, me hizo salir y me dedicó una sonrisa enigmática antes de cerrarla, dejándome afuera

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«Es esgrima. No te preocupes, son espadas falsas —pensé para infundirme ánimos—. Pero él tiene espadas de verdad, la de la sombrilla, por ejemplo»

Di unos cuantos pasos y abrí la puerta contigua con suavidad, para no hacer ningún ruido. Asomé la cabeza dentro. Se reveló un cuarto tenuemente iluminado por la luz lunar que se filtraba a través de las cortinas. El suelo de madera estaba cubierto por una alfombra oriental y, en el centro, se alineaban tres muñecos de práctica para esgrima, con múltiples cortes que delataban toda una vida de ser apuñalados.

Los ojos de Lysander brillaban con una intensidad casi demoníaca; absorto por completo en su práctica. Sostenía en sus manos la espada que vi antes. Me invadió una extraña sensación de asombro cuando lo vi moverse con una terrible violencia contra los muñecos, rápido y letal.

—¿Qué se te perdió por aquí? —su voz retumbó a través de la habitación y ni siquiera volteó a verme.

Me mordí un labio y avancé más adentro con timidez. Podía imaginar lo que me habría pasado si hubiese sido yo en lugar de esos muñecos.

—Lily me dijo que podrías enseñarme a usar eso.

Empuñó su espada y de una poderosa estocada, le traspasó el pecho al muñeco que tenía delante.

—Ah, sí, el entrenamiento... —murmuró. Dejó de hacer lo suyo y fue hasta un estante junto a mí, tomó un arma, la examinó unos instantes antes de extendérmela.

—¿Por qué me das este cuchillo? ¿No me enseñarás a usar la espada? —pregunté con extrañeza.

—Te diré cómo matar a un vampiro: clávale esto en el pecho y luego decapítalo —Tomé el cuchillo y rehuí su mirada—. Sí, cómo lo hizo Lily con el del centro comercial. La clave es saber cómo proceder, mantener la serenidad y estar muy alerta. Ahora analiza lo que tienes en tus manos. Estás confundiendo una hermosa daga de plata con un ordinario cuchillo.

Eterna Oscuridad: La vida después de la muerte ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora