Capítulo 6

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6: Confesiones de un hetero

La semana que siguió fue una de las peores. Tuve insomnio casi cada día y, cuando conseguía dormir un poco, tenía pesadillas. La mayoría las recordaba, y eso era lo peor.

Tuve que aceptar que nos mudaríamos con Ricky y Rachel, aunque no quisiera. Para cuando llegamos a viernes, quedaba menos de dos semanas para que nos echaran de casa.

Yo ya estaba recogiéndolo todo. Aún no les había dicho nada a mis amigos sobre todo esto, pero lo haría esa misma noche.

—¿Puedo ir a casa de Amy esta noche? Estarán todos y veremos películas.

Seguía castigada, en teoría, pero me había portado de diez y me merecía un poco de libertad.

—Mañana te quiero aquí a las diez de la mañana, ni un minuto más ni un minuto menos. Quiero pasar el día contigo.

Asentí con una sonrisa y la abracé en forma de agradecimiento. Mi madre y yo no teníamos una relación tan cercana desde hacía tiempo, pero quería recuperar ese vínculo y no dejaría que Ricky ni ningún otro hetero promedio me quitara eso.

—Te quiero —me despedí y subí las escaleras rápido para avisar a mi amiga de que podía ir. Nuestro plan era ensayar las nuevas canciones que Kate había compuesto y ver una maratón de Harry Potter.

—Perfecto. Mis padres hoy se irán a cenar a no sé dónde, así que estarán solo un rato en casa y cuando se vayan, nos descontrolaremos.

—¿Has comprado... —me alejé de la puerta de mi cuarto y susurré lo siguiente—... alcohol?

—Yo soy inocente —me explicó Amy—, lo ha comprado Max, ya sabes cómo es.

—Cierto. Esperemos que esta noche Stacy no lo llame esta noche, no soportaría escucharlos hablar mientras Harry descubre que es un mago.

—¿Sabes? A veces me da la sensación de que tú y Max sois más que amigos —me confesó mi amiga y fruncí el ceño todo lo que pude. La idea de salir con él me incomodaba. Lo quería mucho, pero no de esa forma.

—Es mi alma gemela. Platónica, quiero decir.

Estuvimos un rato más hablando sobre qué cenaríamos aquella noche y, finalmente, me colgó porque tuvo que irse a estudiar para un examen.

Como no tenía mucho que hacer además de deberes, y eso siempre lo evitaba, me puse a practicar un poco con mi bajo.

Estaba contenta con lo que había mejorado. Si bien era cierto que el objetivo principal de nuestra banda no era hacernos famosos, contra más ensayábamos, menos teníamos esa idea clara.

Se estaba haciendo de noche cuando comencé a preparar una mochila con mis cosas. Podía escuchar a mi madre hablar con Ricky desde mi cuarto, pero intenté que no me importara.

Me llevé mi bajo colgado en la espalda y, al bajar las escaleras con la mochila en la mano, vi a mamá sentada en el sofá mirando la televisión.

—Me voy, adiós.

—No me llames, saldré con Ricky.

Rodé mis ojos mientras salía de casa y me dirigía a la de Amy. Estaba un poco nerviosa por contarles a todo lo de mi madre y el padre de Rachel, sobre todo porque ya me lo había guardado demasiado.

Mientras caminaba hacia casa de Amy, me llegó un mensaje de un anónimo.

Desconocido:

Necesito verte, ahora.

Celia:
Papá?

Me dejó en visto y guardé mi teléfono en el bolsillo de mi chaqueta. Debería de haberme puesto una que abrigara más, ya estábamos a principios de septiembre.

Tus espinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora