Capítulo 36

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36: ¿Somo' amigue o no somo' amigue?

—Celia.

Alcé la mirada y vi a Marissa. Me estaba observando preocupada, mientras sostenía una libreta entre sus manos. Me acomodé un poco mejor en el sofá blanco.

Que todo fuera blanco me ponía un poco nerviosa.

—Celia.

Bufé y volví a mirar a mi psicóloga. Alzó las cejas, me estaba analizando y eso me puso aún más nerviosa de lo que ya estaba.

—¿Quieres hablar sobre tu ataque de pánico?

—No fue para tanto.

—Te ingresaron —dijo, frunciendo el ceño. Como si no entendiera por qué yo pensaba que no era tan grave. Me hizo sentir un poco estúpida por mi respuesta.

Toqué mis anillos nerviosamente mientras intentaba pensar en una respuesta, pero no se me ocurrió ninguna.

—¿Hubo algo que desencadenara tu ataque?

Me rasqué el cuello. Suspiré, miré a mi psicóloga y volví a mirar a mi regazo. No quería hablar sobre ellos, pero Marissa no añadió algo. Esperó a que yo dijera algo.

—No. No pasó nada.

Ella suspiró asintiendo.

—Bueno —añadí un poco cohibida. Quería contárselo, pero me daba mucho reparo, no sabía por qué—... Dallas tuvo una sobredosis y supongo que... bueno... Mi padre también tuvo una...

—¿Y lo recordaste?

Asentí y suspiró con una sonrisa. Sentí que quizá sí estaba progresando, aunque fuera un poco.

—Es normal que te haya pasado eso. Ver a Dallas en una situación tan parecida a la de tu recuerdo fue la causante de tu ataque de pánico.

Asentí y miré hacia mis anillos de nuevo, sin saber qué más decir. Quería parar de hablar de Dallas y papá. Quería olvidarme de lo que había pasado.

—He conocido a alguien —susurré, captando totalmente la atención de Marissa.

Qué cotilla.

—¿Alguien? ¿Románticamente hablando o...? —alzó las cejas, intentando interpretar lo que le acababa de decir.

—No sé. Creo que... No. Me gusta. Pero no creo que yo también le guste a ella.

—¿Por qué crees eso? —frunció el ceño, parando de apuntar en su libreta.

—Pues... Tiene novio y es hetero. Creo que son motivos suficientes.

—¿Te ha dicho explícitamente que es heterosexual?

—No. Pero lo es. Y, aunque no lo fuera, no podríamos tener nada.

—¿Por qué? ¿Es mala persona o...?

Negué rápidamente con la cabeza. Me sorprendió mi reacción, como si pensar en la palabra Rachel y mala en la misma frase me pusiera nerviosa.

Tus espinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora