Capítulo 26

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26: Que viene la novia

Los más grandes lo habían hecho para inspirarse, o para relajarse. No era nada de lo que tuviera que avergonzarme.

La puerta estaba cerrada, eran las siete de la mañana de un sábado, nadie me molestaría.

Estaba tapada con las sábanas mientras cerraba los ojos con fuerza y pensaba en mi actriz favorita. No sé por qué, pero siempre me ha atraído la idea de dominar. Probablemente por eso estaba imaginándome a la actriz de The Vampire Diares haciendo todo lo que yo quisiera.

Mientras me masturbaba, sí. Necesitaba relajarme, acababa de tener una pesadilla, y me parecía buena idea empezar el día así.

Se me tensaron las piernas y empecé a sentir una presión en la parte baja del estómago. Supe que estaba a punto.

Y la puerta se abrió.

Me senté sobre la cama rápidamente, agradeciendo tener las piernas tapadas para que nadie viese nada.

Era Rachel. Estaba vestida, maquillada y me miraba confusa.

—Catalina quiere hablar con nosotras... ¿Estás bien? Estás roja.

Asentí restándole importancia.

—Estoy genial.

Dejó la puerta entreabierta y bufé, quejándome internamente. Me puse de pie, me cambié los pantalones y salí de la habitación para buscar a mamá. Estaba abajo, tomándose un café en la cocina.

—Estás despierta —exclamó —. Genial, chicas. Ya sabéis que Rick y yo nos vamos a casar. Aún no hay fecha —me miró —, pero hay que ir preparando cosas como el lugar. Iremos a un par de iglesias hoy. Me acompañaréis, claro.

Iba a protestar, pero no me atreví por la mirada que me dio mamá.

Rachel se sirvió zumo de naranja y se sentó en el sofá del salón. La seguí, sin saber qué más hacer.

—No puedo creer que vayan a casarse —bufó y me encogí de hombros.

—Es lo que hay.

No me respondió.

—Kate ha abortado al bebé —le dije a Rachel y ella me miró interesada.

—¿En serio? Es lo mejor.

—Sí. Teniendo en cuenta que es de Oscar, hubiera sido feo y estúpido.

Rachel se rió por lo bajo, dándome un puñetazo suave en el hombro.

—Sigue siendo mi novio.

—Qué pena.

—Celia, vete a duchar —escuché el grito de mamá y bufé, despidiéndome de Rachel con una mirada de "deséame suerte".

La mañana no estuvo tan mal, pero fuimos a visitar siete iglesias. Mamá no paraba de pensar en los contras de cada una y yo no paraba de pensar en si debería matarme.

Por fin, paramos en una cafetería bastante bonita. Mamá estaba tan cansada que se sentó en una mesa y nos pidió que fuéramos a ordenar.

Tus espinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora