Capítulo 42

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42: La boda está arruinada (ojalá)

hola chicas :) he reescrito el capítulo, olvidaros de lo que ha pasado en el que publiqué ayer 😘

(esta canción es la que se bailará en la boda de Catalina y R*ck)

***

Creo que nací en el cuerpo equivocado. Y es algo que siempre he pensado, no me viene de nuevo. Supongo que todos en algún momento nos hemos sentido así, como si nuestro cuerpo no fuera nuestro.

Durante mucho tiempo estuve preguntándome a mí misma qué había hecho mal. Porque me culpaba a mí misma, tenía que hacerlo. No podía culparlo a él, eso haría que me sintiera aún peor.

Y la idea de pensar que nadie tenía la culpa me dolía aún más, porque yo siempre había creído que las cosas pasaban por algo.

Por eso conocí a Rachel, ¿no?

Durante un buen tiempo pensé que yo la había salvado a ella. Pero no necesitaba ser salvada.

De hecho, ella fue quien me salvó a mí.

***

Odiaba tocar el bajo. No quería. Me molestaba cómo mis dedos se deslizaban por las cuerdas. Pero me molestaba aún más el hecho de tener que tocar un bajo que no era mío.

Como me había encargado de destrozar mis dos bajos, Amy me había prestado uno. Este no era como el que papá me había regalado, se sentía diferente. Por eso no pude tocarlo bien.

Quizá el problema no era el bajo. Quizá era yo.

—¿Estás tocando con las manos o con los pies? —espetó Amy y paré de tocar frunciendo el ceño. Lo dijo tan seriamente que hizo que parara hasta de respirar.

No tenía ganas de discutir.

—Mira...

—Volvamos a empezar y ya está —se quejó Kate y Amy se rió fríamente. La miré extrañada, siempre era una mandona, pero ese día había algo diferente en la forma en la que actuaba.

—Hemos vuelto a empezar cinco veces en menos de media hora... Y nos falta un miembro —señaló la dirección en la que debería de estar Max.

Max no había venido al instituto hacía días, tampoco respondía a nuestros mensajes. Stacy dijo que ya no vivían juntos. Y claramente me preocupaba dónde estuviera mi mejor amigue, pero había hecho hasta lo imposible por contactarle.

—No es nuestra culpa —contradije. Max no había querido venir y probablemente tuviera sus razones, ¿pero qué teníamos nosotras que ver?

—Nada es vuestra culpa nunca —suspiró Amy y entró en su casa pisando fuerte. Bufé por lo bajo para que no me escuchara y en cuanto la perdimos de vista, Kate corrió hacia a mí para cotillear.

—Está así por un chico —murmuró y alcé las cejas. ¿Amy y un chico?

—¿Y si hablamos con ella? —sugerí— Quizá necesita a sus amigas.

Kate negó con la cabeza inmediatamente, abrió la boca para decirme algo y Amy volvió en ese momento, con una botella de alcohol.

Tus espinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora