Capítulo 16

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16- Amigando con el enemigo

Sé que mi madre me quería, pero muchas veces me preguntaba si solo lo hacía porque era su hija o porque yo le caía bien genuinamente. De alguna forma, sabía que, de poder elegir otra hija, ella lo habría hecho.

No hablamos sobre papá en lo que quedó de trayecto y haber revivido su muerte me causó náuseas y ganas de dormir para siempre, así que por eso al llegar a casa me fui a mi habitación directamente. Recuerdo un dolor en el pecho constante, como si me ardiera, y unas ganas de llorar.

Estaba escondida bajo las sábanas cuando la puerta se abrió. Por el perfume supe que era mamá, dejó una bolsa en mi cama y me dio un beso en la mejilla.

—No lo vas a olvidar —susurró antes de irse. Cuando tuve la certeza de que se había ido, porque escuchado el ruido de la puerta cerrada, me levanté para ver qué había en la bolsa.

Era ropa. De papá. Y olía igual que él, aunque no estaba segura de si era porque no la habían lavado o porque mamá la había bañado con el perfume que él solía usar.

Me quité la sudadera que llevaba y me puse un jersey de papá. No me quedaban lágrimas, así que no pude llorar, pero me fui a dormir con una sensación de pesadez en el pecho.

Me desperté por gritos. Reconocí la voz de mi madre y de Richard, supuse que se peleaban por mí. Me levanté de la cama para agarrar mi bajo y tocarlo un poco, así podría dejar de prestarles atención, pero incluso si lo hubiera intentado, no podría haber entendido nada, pues se gritaban cosas sin sentido.

Unos minutos después pararon de pelear. Suspiré aliviada, pero entonces se abrió la puerta. Era Richard.

—Vamos a cenar.

Miré hacia la ventana, no me había dado cuenta que era tan tarde. Dejé mu bajo a un lado, el que él me había regalado, porque el otro aún seguía destrozado en una esquina de mi habitación, y caminé hasta la puerta. Él se me adelantó y llegó a la mesa antes. Vi a mamá y a Rachel hablando sobre algo animadamente, hice una mueca antes de sentarme a mi lado.

Vi cómo Rachel me miraba de reojo, con curiosidad, y yo intenté evitarla porque me incomodaba. Seguramente ya le hubieran contado lo que me había pasado.

Mamá sí que me miró fijamente durante buena parte de la cena. Quizá fue porque llevaba el jersey de papá o por la cara de depresión que tenía.

No recuerdo qué cenamos, solo sé que no comí casi nada y que la mayor parte de la cena fue mamá y Rachel hablando.

Pronto Richard ya había acabado y me sentí con la libertad de decir que volvería a mi habitación. Estaba subiendo las escaleras cuando escuché que Rachel pedía lo mismo. Me intenté apresurar a llegar a mi cuarto, quería evitar hablar con ella sobre el tema, pero me alcanzó.

—Eh...

—Mira, sobre lo de que ha pasado en clase... —intenté explicar, queriendo dejar de hablar con ella lo antes posible.

Ella frunció el ceño, confusa.

—¿El qué?

Yo también estaba confundida. ¿Cómo que el qué?

Tus espinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora