Capítulo 37

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37: No te merece, yo sí

—¿Tocas mal aposta? —escuché la voz de Amy a mi lado. La miré de reojo, rodando los ojos y parando de tocar el bajo.

—Estoy tocando los acordes correctamente.

A veces, Amy podía ser cruel y mala persona. Y mezquina. E insoportable.

Ella bufó y estaba a punto de criticarme de nuevo, pero Rachel habló.

—Yo creo que lo está haciendo bien.

Incluso antes de ver la cara de Amy, supe que iba a insultarla o a decirle algo ofensivo. Pero no fue ella quien lo hizo.

—¿Tú qué haces aquí igualmente? —inquirió Kate, bufando, apartándose del micrófono un momento.

—La he invitado yo —respondí mirando mal a Kate. Max era la única persona que aún no había dado su humilde opinión sobre la presencia de Rachel.

Tiré el bajo al suelo y todos me miraron sorprendidos. Pero ya estaba harta. A Max nadie le decía nada cuando traía a Stacy. Bueno, Rachel y yo no éramos nada, pero para mí la situación era la misma.

—Estoy harta —determiné y caminé hacia la mesa del garaje para tomar un vaso de agua y comenzar a beber, pero entonces sentí cómo el vaso salía volando y el agua caía sobre mi camiseta.

Al girarme, vi a Kate, con el rostro rojo y el ceño fruncido. Y era cierto, yo estaba harta. Y no tenía control sobre mí misma.

—¿Qué cojones crees que...?

—Sabes perfectamente lo que pienso sobre esta...

—Ni se te ocurra —dije entre dientes, mirándola fijamente. Estaba apretando mis puños tan fuertemente que las uñas comenzaban a atravesar mi piel.

Entonces, Max se puso entre nosotras. Yo di un paso hacia atrás impulsivamente, tratando de calmarme. Kate parecía un poco arrepentida, pero me dio igual. ¿Quién se creía?

—Parad de comportaros como niñas —exclamó Amy, empujando a Kate suavemente hacia atrás.

—Vete a la mierda —mascullé saliendo de ahí, dirigiéndome hacia el baño para secarme la camiseta. Y para calmarme.

Cerré la puerta de golpe, por suerte los padres de Amy no estaban, no me hubiera atrevido a hacer eso sino.

Me quité la camiseta y la tiré al suelo para después poner las manos bajo el grifo y mojarme la cara. Inspiré y expiré.

Quería pegarle un puñetazo a Kate. Y si no era mucho pedir, a Amy también. Quería calmarme, pero no podía. Estaba demasiado enfadada. ¿Por qué yo no podía traer a quien quisiera al ensayo?

Entonces, alguien tocó la puerta. Le di un golpe al lavamanos y solté un bufido.

—Quiero estar sola.

La puerta se abrió igual y estaba preparada para insultar a quien fuera que estuviera detrás, pero entonces vi la cara de Rachel. Me calmé instantáneamente y quise disculparme.

Pero en ese momento me di cuenta de que solo llevaba puesto el sujetador. Y de que Rachel había cerrado la puerta detrás de ella, así que estábamos solas.

Tus espinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora