Capítulo 34

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34: Ya me tiene a sus pies

Estaba empeorando.

Bueno, nunca estuve segura de si estaba mejorando. Quizá me hice creer a mí misma que sí.

Pero todo estaba empeorando. Ya no tenía pesadillas, en su lugar, me daba pánico dormir así que no lo hacía. El no dormir me quitó el hambre y el no comer, energía.

Y mi cabeza siempre estaba pensando. Pensando cosas que querría no pensar, de las que me avergonzaba.

Entonces, me di cuenta de que había estado sintiéndome mejor gracias a Rachel. Sentía que ella me entendía y que no le importaba si a veces la trataba un poco mal.

Y me estaba ignorando. Desde hacía unos días. Desde que me intentó besar. Quizá estaba avergonzada o arrepentida, incluso.

Yo había intentado hablar con ella, pero no había manera. Siempre que estábamos a solas encontraba la manera de ignorarme o de irse dejándome con las palabras en la boca.

—Celia —susurró alguien a mi lado. Bufé, escondiéndome mejor bajo las sábanas—. Puta vaga, despierta.

Me di cuenta de que era Max.

Se había mudado temporalmente a mi casa. Al parecer, Max les había contado a sus padres su disforia de género y habían decidido que era mejor echarle. Eso me había enfurecido tanto que había pensado en ir a hablar con ellos. Bueno, no exactamente a hablar.

Max me detuvo, claramente. Pero no me cabía en la cabeza cómo podían haberle echado. ¿Adónde se pensaban que iría? ¿Y si yo no pudiera haberlo acogido?

—¡Celia! —Max me empujó al suelo y caí con las piernas y los brazos abiertos. Mis ojos se abrieron entonces, obviamente. Escuché su risa.

—Te voy a echar, maldito sintecho —murmuré antes de levantarme del suelo y lanzarle mi almohada en la cara.

Soltó una risa y me di cuenta de que ya estaba vestide. Eran las ocho y yo seguía vestida como una vagabunda.

—Vete a desayunar —le ordené, empezando a empujarle para echarle de mi habitación y así poder cambiarme.

—No me abandones.

Solté una risa antes de echarle totalmente de mi habitación. Me cambié rápidamente antes de coger mis cosas. Vi que tenía nuevos mensajes de Lily así que decidí ignorarlos.

Lily era guapa, graciosa y divertida. Pero, aún así, le faltaba algo. Así que, aunque estuviera mal, la había estado ignorando durante dos días.

Me decía a mí misma que no me gustaba porque era amiga de Bella, pero sabía que había algo más.

Cuando estuve lista bajé rápidamente al comedor y vi a todos desayunando alegremente. Max estaba bastante nerviose porque nunca había dormido en mi casa durante tantos días. Y Rick y mamá... se veían felices.

Muy felices.

—Hola —saludé y solo Dallas me respondió, me senté a su lado.

Mamá no me hablaba, Rick mucho menos. Y Rachel ni me miraba. Era divertido ver cómo todos me odiaban.

El desayuno fue incómodo, mayormente porque todos habían dejado de hablar cuando yo llegué. Y a mí se me había quitado el poco hambre que tenía.

Tus espinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora