Extra: Cualquier cosa, narrado por Celia
------
Si alguien tiene que odiarme, me gustaría que lo haga quien más me ha querido. Porque ella sí podrá hacerlo. Porque ella me conoce. O al menos solía hacerlo.
Antes de conocerla, el mundo me parecía un lugar aterrador que servía para castigarnos. Las noches lo eran al menos, un castigo; me pasaba esas horas contemplando lo que se escondía detrás de la ventana y esperando o, más bien, deseando que algún día las cosas cambiaran. Supongo que hay cosas que siempre se quedan igual.
—Celia —me llama Leo—, ya puedes irte, llevas trabajando todo el día.
Alzo la mirada de la mesa y lo miro solo durante unos segundos, lo justo para negar con la cabeza y volver a escribir en mi libreta, aunque los ojos se me cierran y me pesa todo el cuerpo. Esto es mejor que irme, mejor que tener que asumir lo que me espera en las dos próximas semanas.
—Celia —repite y le doy un golpe a la mesa, casi por instinto, y veo a Leo sobresaltarse, lo que hace que me arrepienta inmediatamente.
—Lo siento —suspiro, cerrando la libreta y dejándome caer en mi silla antes de soltar un largo suspiro—. No consigo resolver esta ecuación.
Asiente acercándose a mi mesa y, cuando pienso que va a ayudarme, se sienta en mi mesa con total confianza, obligándome a alzar una ceja. Por unos segundos me pregunto si debería pedirle que baje porque no me siento del todo cómoda, pero luego recuerdo que quizá somos amigos, porque salimos cada viernes con los demás.
—Mañana es Nochebuena, ¿no quieres pasarla con tu familia?
—Me iré en cuanto acabe —insisto, haciendo una mueca. No me gusta que se metan en mis asuntos.
—No vas a llegar para la cena... Creo que...
—Leo, soy tu jefa —lo interrumpo, levantándome y, de esa forma, entiende que tiene que bajar de mi mesa—. El que debería irse eres tú.
Se queda callado y veo cómo la sangre corre hacia sus mejillas, lo que me hace sentir mal, porque quizá me he pasado.
—Lo digo porque tú también tendrás familia —intento arreglar el daño causado.
Con las mejillas aún coloradas, asiente y comienza a alejarse de mí, completamente avergonzado.
—Nos vemos a la vuelta, entonces.
No le respondo y, cuando por fin se va, exhalo profundamente.
Abro la libreta, bufo al ver que la ecuación lleva resuelta hace rato y que solo estoy buscando excusas para quedarme aquí. El viaje hasta mi pueblo dura tan solo una hora, si salgo ahora llegaré para la cena, pero no quiero llegar. Me siento en mi silla y hundo la cabeza en el montón de papeles, necesito relajarme o me pondré a llorar. Aunque mi psicóloga me ha dicho que eso está bien.
La verdad es que no me apetece ver ni a mamá ni a Dallas y mucho menos a Richard. Es que ni siquiera quiero volver a casa; odio el ambiente en Navidad y también odio la Navidad. Odio la cena que prepara cada año Richard, quien aún sigue intentando caerme bien después de todos estos años y, aunque ya me da igual todo lo que hizo, jamás podrá gustarme.
Aunque es verdad, tengo que pasar la Navidad con ellos porque no tengo a nadie más. Cassie rompió conmigo hace dos semanas e íbamos a pasar estas semanas con su familia, en California, pero la cagué. Como hago siempre. Debería haberle respondido cuando me dijo que me quería o no haberme reído en su cara, al menos. Lo mejor para ella es que no estemos juntas, supongo.
ESTÁS LEYENDO
Tus espinas
Romance"El aleteo de las alas de una mariposa puede sentirse al otro lado del mundo, desencadenando una serie de eventos inesperados" --- Celia y Rachel se odian, eso lo sabe todo el mundo. Pero ambas deberán de hacerle frente a sus sentimientos cuando se...