Capítulo 28

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28: Larga vida al patriarcado

Sé cómo se siente la culpa.

He cargado con ella durante unos años ya. Me he ido acostumbrando a ella, pero en aquella época sentía como si me fuera devorando poco a poco.

Me atormentaba con los pensamientos de lo que debería haber hecho, o tal vez de lo que no debí hacer. Las palabras que nunca debieron salir de mi boca, o que tal vez sí.

Y la odiaba. Quería deshacerme de ella, meterla en una caja para enterrarla. Pero no podía, porque seguía ahí, siempre.

Cada noche que me iba a dormir y cada mañana que me despertaba.

***

No planeaba continuar indagando en el señor Vega. Sobretodo porque no era un tema que me incumbiera. Claro que me enfadaba, pero ¿qué podía hacer?

Bueno, claro, eso era lo que yo pensaba. En aquel momento me daba igual lo que hiciera con su vida.

Por eso había comenzado a ir a sus clases con menos miedo y más confianza. A veces, incluso, me atrevía a mirarlo.

Era el lunes después de mi salida con Rachel. Miércoles de acercaba y a mí cada vez me costaba más concentrarme en algo que no fuera mi padre.

Estaba concentrada recogiendo mis cosas, no me di cuenta de que era de las últimas en salir de clase. Clase de física, por supuesto.

Max fue quien me apresuró, me dijo que me esperaría en la puerta. Lo recogí todo sin mirar si lo ponía ordenadamente en mi mochila y corrí hacia la puerta. Entonces, mi mochila, la cual me había olvidado de cerrar, soltó todo lo que tenía adentro.

Al girarme para recogerlo, vi al señor Vega hablando con Mack, una compañera. Fruncí el ceño, viéndolos. Él parecía muy amable, y escondía una mano en su espalda, intentando que no fuera muy visible.

¿Adivináis que mano? Sí, en la que tenía su anillo de bodas.

Mack parecía encantada con que el señor Vega le diera su atención. Sus mejillas estaban sonrosadas y se mordía el labio casi inconscientemente.

Casi me recordaba a mí.

—Celia —Max me tocó el hombro—, vamos.

Me agarró de la mano cuando acabé de recogerlo todo y me sacó de la clase. Max no parecía estar al tanto con lo que sucedía a su alrededor.

—¿Has visto eso? —le pregunté y frunció el ceño.

—¿El qué? —soltó mi mano y empezó a caminar un poco más rápido, dejándome atrás.

—El señor Vega y Mack.

—Estaban hablando —me dijo, alzando una ceja, no entendiendo de lo que estaba hablando.

—¿No te parece que Mack estaba un poco...?

—¿Como tú? —bromeó y lo miré seriamente— Eso es lo que solías hacer.

Entonces me pregunté si realmente solía verme así al hablar con él. Me hizo sentir mal, porque había sido estúpida al seguirle el rollo.

Tus espinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora