Capítulo 40

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40: Tu cara está borrosa

Miré el bajo de papá de nuevo. Estaba roto. No sabía si podrían repararlo. La verdad es que tampoco me apetecía descubrirlo. No quería sonar mal, pero... No sé, no me sentía lista para tocarlo de nuevo.

Y además, ese bajo nunca fue mío. Siempre fue de papá así que, si lo volvía a tocar, volvería a, de algún modo, ver a papá.

Me levanté de la cama con un suspiro y me puse mis Converse. Esa tarde tenía que ir a la psicóloga de nuevo, aunque no me apetecería. Y sabía que estaba empeorando, pero no le encontraba el sentido aún a halar con una desconocida durante una hora.

Al salir del cuarto, me di cuenta de que no había nadie en casa. Rachel llevaba evitándome algunos días y mamá y Rick volvían mañana de Argentina. Así que estaba sola.

Bajé las escaleras de dos en dos y me puse mi abrigo lo más rápido que pude, porque llegaba tarde a mi cita con Marissa.

De camino a la consulta, no pude evitar pensar en Rachel. Me dolía un poco que me evitara, y sabía que muy probablemente lo hacía por miedo a que nos descubrieran, pero yo estaba dispuesta a correr el riesgo.

Mientras estaba perdida en mis pensamientos, sentí mi teléfono vibrar en el teléfono de mi pantalón. Lo saqué enseguida, sin saber quién podría ser, y contesté sin mirarlo.

—¿Quién...?

—Ay, menos mal que no estás ocupada —contestó Karlah y estuve a punto de preguntarle cómo había conseguido mi teléfono, pero me interrumpió—. Verás... Acabo de denunciar a Mark.

—¿Qué?

—Sí... Una tal Bella consiguió mi número y me convenció... Te llamaba para que lo supieras y se lo contaras a Rachel de paso. Ah y... Sé que tienes las fotos... Me gustaría recuperarlas.

—Eh... Sí, claro... ¿Se las doy a Bella y que ella te las haga llegar o...?

—Perfecto, sí. Pero no le digas lo de Bella a Rachel, ¿vale?

—Ah, no tranquila...

Me desvié de mi camino cuando me colgó y me dirigí hacia el instituto. Como tenía cita con la psicóloga no pensaba ir en todo el día, pero ¿ya qué?

Con suerte, tendría los libros que necesitaría en la taquilla.

No estaba tan emocionada por ir al instituto, pero en cuanto vi los coches de patrulla en su exterior, no pude contener las ganas de entrar.

Dentro de uno de los coches, un policía llevaba a Mark, quien estaba con las esposas puestas. Bella no estaba por ahí y consideré que era algo normal, teniendo en cuenta que era su padre y, aunque fuera un hijo de puta, no querría verlo así.

—Celia —me llamó una voz y al girarme vi que era Kate, que caminaba con Amy agarradas del brazo.

—Hola... —saludé con una sonrisa pequeña y sentí cómo me abrazaban. Haría un par de días que no iba al instituto.

—¿Cómo estás? —me preguntó Kate antes de apartar unos mechones de pelo de mi rostro.

—Hueles un poco curioso —añadió Amy y bufé.

Tus espinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora