Entre balas [Ghost x Tu] (#1)

Extra 1

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"Perspectiva de Natasha Smith."

-Capítulo 13:
Primer encuentro con el Sargento Soap MacTavish.

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El frío de la noche me golpea fuerte a pesar de que llevo una chaqueta encima. Mis pasos son lentos y no le presto mucha atención a donde me está llevando mi cuerpo.

Tengo la mente entumecida, agotada y adolorida. Me arden los ojos por otra larga noche llorando y me pesa el alma por la perdida de los tres seres que más he amado en mi vida. Pensé que podría ser fuerte para ellos, que lograría superar la perdida de su padre pero ahora también los he perdido y no se como afrontarlo.

Cuanto daría por tenerlos de regreso.

Cuando salgo de mis pensamientos me doy cuenta de que me he alejado más de lo que debería de la zona de los civiles. Observo a mi alrededor pero todo está muy oscuro y estaba demasiado distraída como para recordar por donde debo ir.

Apreto contra mi pecho el peluche que alguna vez le perteneció a mis niños y me dispongo a seguir moviendome. Sinceramente ya no me importan las consecuencias de estar fuera del área permitida. Yo ya no tengo nada que perder.

Nada.

Un sollozo escapa desde mi interior, no lo controlo al igual que el resto que lo siguen. Mi alma está quebrada, hundida en la tortura de tantas perdidas que ya no hay nada en este mundo que me permita continuar. Se que debería esforzarme por luchar, debería demostrar que puedo superarlo. Por mi y por mis niños.

Pero, a veces... Simplemente hay batallas que no se pueden ganar.

Y mi intento de salir adelante, es una de ellas.

Mi andar se vuelve lento, mis pulmones empiezan a fallar por la fuerza de mi llanto y debo esconderme en un extraño callejón sin salida para que no me vean. Para que no vean lo patética que soy y lo rota que me encuentro.

Por cada momento que pasa, mis lloriqueos aumentan su volumen. Hago lo posible por contenerlos pero el dolor que me perfora el pecho no me lo permite. He tocado fondo por la soledad y mi corazón lo sabe.

Ya no tengo a nadie.

Me deslizo por una de las paredes del callejón cuando ya no puedo soportar mi propio peso. En el momento que mis piernas tocan el suelo, soy más que consciente de que ya no tengo forma de detenerme. Lloro con fuerza de nuevo, lloro sin importarme donde me encuentro y lloro como llevo haciéndolo desde que llegué a esta base. La muerte me ha quitado todo lo que he amado y todo lo que me hacía feliz. Ahora solo quedan lágrimas y llanto.