Final desencadenado 2 ( Bienvenido)

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Thomas Pov

Solo, solo era la palabra que tanto me estaba incomodando.

Estaban a punto de dar las 11:30 de la noche, y para ese momento la carta roja decía que debería estar en una de las casa de las afueras de la ciudad.

Terminé de arreglar un par de cosas antes de irme, le dejé un poco de cena hecha a Dyl y una pequeña carta para explicarle por mi ausencia.

Al ir de camino al baño vi en el suelo el collar de la madre de Dyl, ese de la pluma de ángel que antes me había intentado regalar, no se por qué pero un impulso me llevó a tomarlo y colocarlo en mi cuello, ahora colgaba por dentro de mi camiseta y tocaba justo en mi corazón, por alguna razón se sentía bien, era como tenerle a él apoyándome en este momento.
No tenía tiempo, sabia de sobra la hora que era ya.
Miedo no era la palabra que definía lo que siento, a pesar de haber sido un miedica toda mi vida no era eran este momento, era más bien esperanza o intriga.
Dios sabe que clase de cosas puede llegar a hacer el padre de Dylan, pero siempre que sea por el bien de Dyl no me importaría dar la vida, aunque la carta ya anunciaba mi final se que Dylan estará feliz en un futuro, sin más problemas y sin tantas preocupaciones... Sentía como los ojos se me enrojecian, no se si por el hecho de estar a punto de morir o si por el hecho de no poderme haber despedido de Dyl. Me dolía el pecho y me temblaba el pulso.

Alcé la vista para verme en el gran espejo del baño de Dyl, su casa era pequeña, pero en ella habíamos conseguido pasar los mejores días de mi vida, miré cada borde del pasillo que conectaba el salón con la puerta de la calle como despidiendome de este lugar para siempre, estaré una eternidad sin volver a pisar aquí... nunca mejor dicho, reí con mi propio chiste, de forma tan lijera que creo que solo Jodie lo oyó, ya que vino a investigar su procedencia.

La tomé en brazos y la achuché como si fuera nuestra hija. Tenerla en brazos me traía una inmensa cantidad de recuerdos, no pude evitarlo, noté como una lágrima resbalaba por mi mejilla para caer en la cabeza de Jodie , esta se quejó y uso mi pecho, que subía y bajaba a un ritmo más acelerado de lo que hubiera querido, como toalla.

Ya era la hora definitivamente, solté a Jodie y seques mis lágrimas y me encaminé a la puerta con un paso firme y un semblante serio.

Al pasar por la mesa tome la carta roja, la arrugué por la rabia y la impotencia y la metí en mi bolsillo tan rápido que ni la sentí. No quería que Dylan la viera, seguro que haría una locura .

Decidí no tomar mi coche, ya que eso solo adelantaría lo inevitable, además preferí respirar un poco más de aire ahora que aún podía, seguía notando esa presión en el pecho.

Crucé la ciudad a pie más rápido de lo que quería, hasta que llegué al lugar.

El sitio era una especie de mansión antigua apartada de la ciudad, estaba en medio de un descampado, que años atrás podría haber sido un patio con un gran jardín. Tenía las persianas bajadas y algunos, más de la mitad, de los cristales rotos, agujeros por toda la fachada e incluso un todo de el tejado del lado derecho se había caido.
Estaba bastante claro que nadie había pisado por allí en años, y daba miedo hasta acercarse.

Abrí la puerta con suma delicadeza, como si un paso en falso fuera a hacer que toda la casa se viniera abajo. Lo primero que ví era un gran salón como el típico que ves en las películas con las anchas ecaleras al fondo y con una alfombra roja y colores dorados, solo que en este caso no había alfombra, toda la escalera y las esquinas del salón estaban llenas de telarañas y el color negro de las sobras y el odor de la pudredumbre inundaban la atmósfera del lugar.
Comencé a andar hacia las escaleras para subirlas.

Si ahora mismo gritaba estoy completamente seguro de que nadie me escucharía.

Una vez arriba tomé el pasillo de la izquierda, la puerta no estaba muy lejos.

Cuando andaba hacia ella algo me daba la sensación de que me empujaba como los imanes del mismo polo, me invitaba a huir, pero sabía que tenía que hacerlo por Dyl.

Posé mi mano en el picaporte y con un pulso temblando abrí la puerta, esta se abrió con un chillido.

Sentado en una silla medio rota se encontraba un señor de cerca de 45 años, parecía un drogadicto.

Al verme se levantó de su sitio y con estas palabras hizo que se me cortara la respiración.

-Bienvenido-

L@s amo, comenten opinen y aporten ideas. BYE

Una Pluma Roja de mi Ángel (Dylmas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora