Capítulo 28: Viejos recuerdos ensangrentados.

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— ¡Haz lo que sea para salvarlo, salva a nuestro pequeño, Joe! — Su madre gritaba, histérica.

Todo era muy confuso. Rojo y distorsionado.

Lo último que podía recordar eran esos ojos dorados intensos, antes de sentir un fuerte dolor en su hombro, y los estruendosos ladridos de ADN.

Se sentía débil, había perdido mucha sangre, demasiada.

— Esto no puede estar pasando, no puede— Escuchó la voz de su padre, desesperado.

— ¡Haz algo! ¡Usa la cura que has estado desarrollando!

— Aún está en fase de prueba, maldición ¡Aun ni siquiera la he probado en animales!

— ¡Eso no importa ahora! ¡Nuestro pequeño morirá, Joe!

Nada parecía calmar los gritos y el llanto de su madre.

— Por favor...

— Yo... veré que hacer...

Las voces comenzaron a distorsionarse poco a poco, luego solo hubo oscuridad.

La próxima vez que despertó, se vio sumido en aquella espesa negrura, no podía recordar en dónde se encontraba, y no podía ver nada, sus párpados no querían responder, tampoco su cuerpo. Trató de mover sus manos, pero estas parecen estar inmovilizadas, como si estuviera recostado en una especie de camilla con contenciones. Aunque pudo sentir un aroma familiar a desinfectante, acaso estaba en ¿El laboratorio de su padre?

Escuchó ruidos a su alrededor, un zapateo nervioso, de un lado a otro, acompañado de sonidos pequeños que no pudo identificar bien. También puede oír un suave sollozo, pero este se oía lejano ¿Su madre?

De cierta forma se sentía mareado, débil ¿Estaba enfermo?

La imagen de su madre preparando una sopa caliente, para luego dársela en la cama a cucharadas, vino a su mente. Siempre lo hacía cuando se resfriaba ¿Dónde estaba ella ahora?

Quería abrir sus ojos, ver qué estaba pasando a su alrededor, pero sus párpados seguían pesados, como si estuviera anestesiado. De un momento a otro, todo el ajetreo se detiene, y deja de escuchar aquellos pasos nerviosos.

— Lo lamento— Escucha la voz de su padre. Y el sonido del llanto se intensifica.

Y como si esas últimas palabras fueran una sentencia sintió un pequeño pinchazo en su antebrazo derecho, algo extraño ingresó en sus venas, algo dañino. El dolor consumió su cuerpo casi de inmediato, haciéndolo convulsionar.

Quiso gritar. Era como si agua hirviente entrara en su sangre, quemando y destrozando todo a su paso. Trató de pedir ayuda, pero ningún sonido salió de su garganta.

"¿Mamá? ¿Dónde estás? ¿Por qué dejas que papá me haga esto?" Su mente se llenaba con esas preguntas, aterrado "¡Sálvame!"

Su cuerpo ardía y temblaba con violencia, podía sentirlo, todo en su interior era derretido, sus huesos, sus órganos, todo era consumido por un incendio voraz. La extraña sustancia no se detuvo hasta infectar todos sus sistemas. Todo se volvió caótico.

Sarah veía horrorizada al presenciar los espasmos de dolor de su hijo, mientras su esposo trataba de contenerla ¿Qué es lo que habían hecho?

Su pequeño, su niño, esto era su culpa.

— ¡Detenlo, Joe, está sufriendo! — Gritó llegado un momento, ya no podía soportarlo.

— Tienes que dejar que el suero haga efecto— Su esposo no la soltó— No podemos parar el proceso ahora que ha comenzado. Si esto funciona, nuestro hijo vivirá.

Conectados [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora