Capítulo 24: Cazando al cazador.

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Juxta guardó lo último que necesitaba en su mochila. Algunas cuerdas, un par de cuchillos, entre otras cosas necesarias para crear una buena trampa. Si quería capturar a esa criatura debía ser inteligente y más astuto que ella, por lo que debía estar preparado.

— Todo listo— Ryan le comunicó, mientras terminaba de cargar la camioneta que se llevarían. Juxta hubiera preferido un auto, pero esta misión requería de un vehículo lo suficientemente grande para transportar un cuerpo de al menos dos metros. Solo esperaba que la maldita camioneta no comenzara a fallar a mitad del camino como lo había hecho en el pasado.

El pelinegro asintió ante el comentario del rubio, acercándose para dejar sus cosas. Detrás, el sol comenzaba a asomarse por el horizonte, denotando lo temprano que era.

Entre más temprano, más fructífera sería la cazaría.

— ¿Listo para cazar un Acechador? — Ryan le preguntó cuando encendió el motor.

— Nací listo— El otro chico soltó confiado.

No era su primera cacería, tampoco sería la última.

Llegaron al lugar específico donde Adam había descrito el ataque, era una zona con árboles frondosos y muchos arbustos, ideal para ocultarse. Estacionaron lo suficientemente cerca para huir si algo salía mal, pero lo suficientemente lejos para no llamar la atención de la criatura. El sigilo era clave en esta misión.

Juxta analizó las huellas dejadas por el Acechador sobre la tierra, Adam tenía razón, caminaba en dos patas. Identificó la zona donde Steve había sido atacado, por las marcas del forcejeo en el suelo, donde encontró lo que parecía una uña alargada, la tomó con cuidado, era un pedazo de garra amarillenta, igual a la de un Acechador normal. También encontró la bala que Adam había utilizado para intentar matar a la criatura, cubierta por aquella sustancia amarillenta tan característica.

Posteriormente, más huellas llamaron su atención, esta vez se dirigían a uno de los arbustos, cubrió su nariz al sentir el olor putrefacto de la muerte antes de siquiera mirar entre ellos. Cuando los apartó, divisó varios cadáveres de animales que se encontraban entre hojas y tierra removida. Al parecer la criatura había tratado de cavar lo que parecían unas tumbas improvisadas, pero no era más que un intento vago, al sobresalir los huesos y la carne en descomposición.

— ¿Qué has podido encontrar? — Ryan se había acercado, luego de comprobar que el perímetro alrededor era seguro.

— Solo una garra, una bala usada y algunas huellas, no creo que Adam y Steve fueran atacados aquí por coincidencia, parece ser su zona de caza.

— ¿Qué hay de ese olor? — El chico cubrió su nariz.

— Trató de enterrar a sus presas luego de matarlas, quizás aún quede algo de conciencia en su mente, pero a juzgar por el trabajo que realiza al cavar, es casi nula.

— Entonces conserva comportamientos humanos— Ryan comprendió.

— Si, pero como dije es casi nulo. Ve los cuerpos de los animales, las mordidas, el desmembramiento, es un patrón claro de comportamiento errático y animal.

— Entiendo, dijiste que es su zona de caza, por lo tanto, tarde o temprano volverá, es un lugar ideal para colocar una trampa.

— Estoy de acuerdo— El pelinegro se incorporó.

— Deberíamos cazar algo vivo, para que sea nuestro cebo. Como un conejo, por ejemplo— El rubio propuso.

— No es necesario, ya tengo uno justo aquí— Juxta le dedicó una mirada difícil de descifrar.

Ryan tardó en comprender.

— ¿Qué? ¿Yo?

Por eso el chico había aceptado su ayuda desde un principio.

Más tarde ese día. Miró hacia abajo desde aquel alto árbol, se encontraba lo suficientemente alejado para que su olor no fuera percibido por el Acechador. Debajo, Ryan esperaba sentado, cerca de lo que sería la trampa definitiva para capturar a la criatura.

Al principio se había resistido a ser el cebo, pero si la criatura conservaba algo de inteligencia, un animal herido no bastaría para atraerlo, tenían que tentarlo con una presa más grande. Además, su olor ya estaba impregnado por todo el lugar. Juxta podía percibirlo con claridad, y si él podía, también el Acechador.

El pelinegro tenía el rifle listo y cargado por si el plan salía mal. Él había orquestado la idea, pero eso no significaba que se arriesgaría a que lastimaran a su pareja, estaba listo para disparar y cazar a esa cosa.

Cazar... puede recordar con claridad cuando fue la primera vez que cazó un animal por su cuenta.

Era tan solo un niño, estaba asustado, su dedo temblando contra el gatillo y su visión borrosa por la ansiedad del momento. Su madre había tocado su hombro, susurrando palabras tranquilizadoras en un intento por calmarlo, pero provocaron el efecto contrario, elevando el estrés del momento.

Recuerda apretar el gatillo antes de tiempo, y fallar. El ruido del disparo había asustado a aquel conejo, quien se había ocultado en su madriguera para no volver a salir. Tuvo miedo de que su madre se sintiera decepcionada, pero ella en vez de molestarse, revolvió sus cabellos y alabó lo cerca que había estado de atinarle.

"No siempre se gana en la vida, Juxta, pero siempre puedes aprender de ello" Le había dicho.

Escuchó el sonido de unas pisadas contra la tierra, volvió al presente. La criatura estaba cerca, la buscó con la mira del rifle.

Ryan se dio cuenta de la presencia del Acechador cuando este estuvo lo suficientemente cerca, asomando su cabeza deforme entre las hojas de uno de los arbustos. Su respiración se detuvo, nervioso, esperando que este se acercara. Si entraba en pánico todo sería en vano.

La criatura lo observaba, atenta, como si sospechara que algo estuviera mal. La teoría de Juxta parecía ser correcta, sus ojos no parecían los de un Acechador común, eran de un dorado más oscurecido y no parecían tener ningún inconveniente con la luz del día. Lo escuchó gruñir levemente, antes de incorporarse en dos patas y salir lentamente de su escondite, era alto, como todo Acechador, garras y dientes filosos, la sustancia amarillenta común cubriendo su piel, pero este conservaba algo de su humanidad, tenía cabello en su cabeza, era claro y caía sobre sus hombros. También tenía características femeninas visibles, lo cual era extraño, la transformación parecía convertir a los Acechadores en seres intersexuales.

Ryan comenzó a retroceder lentamente, a medida que la criatura se acercaba a él, hasta toparse con el borde de la trampa, evitó la cuerda a propósito, y siguió retrocediendo, esperando que el Acechador lo siguiera.

Juxta observaba todo desde arriba, listo para disparar, entonces estando tan cerca de la trampa, esa cosa se detuvo. Sus ojos dorados se enfocaron hacia arriba. Había detectado el olor del chico.

Mierda. El pelinegro no dudó y disparó, dándole en el hombro a la criatura.

Entonces el Acechador gritó de dolor y se agitó, golpeando a Ryan en el proceso con sus brazos, arrojándolo lejos con fuerza sobre humana. El chico se golpeó fuertemente contra uno de los troncos, aturdido.

La criatura observó a Juxta con furia, para luego comenzar a trepar el árbol donde se encontraba el chico.

Pero el Acechador no era la mayor amenaza en ese momento.

— Estás tan muerta.

Juxta sintió su sangre arder. Esa cosa se había atrevido a lastimar a su pareja. Iba a desear estar muerta.

Conectados [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora