Capítulo 16: Fiebre.

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Charlotte no podía creer lo que estaba viendo, aquella era claramente una mordida, pero ¿Cuándo había sucedido? No recordaba que Leo dejará el campamento, y la herida parecía reciente.

Si esto era así, entonces Leo tendría menos de 24 horas antes de convertirse en una de esas cosas.

¿Ahora qué iba a hacer? Necesitaba a su hermano, o a Juxta, ellos debían saber qué hacer en esta situación. Pero se encontraba sola en este problema, sin poder recurrir a otra persona que no fueran ellos, o desataría el caos en el campamento.

Miró a Leo con preocupación.


En otra parte, Ryan se dio cuenta de que Juxta tenía razón, entre los árboles, por un sendero casi borrado se encontraba una vieja cabaña, en la cual podrían pasar la noche. La suerte estaba de su lado.

— Ten cuidado, no sabemos lo que hay dentro— El pelinegro le advirtió, mientras abría lentamente la vieja puerta de madera.

Revisaron cautelosamente las habitaciones, en búsqueda de algún Acechador o habitante, pero estos últimos quedaron descartados al ver las condiciones de aquella estructura.

Unos gruñidos y sonidos metálicos los alertaron. Volvieron a revisar el lugar, pero no encontraron nada más que polvo.

— El ruido debe venir del cobertizo de fuera— Ryan comentó, mientras miraba dicho lugar a través de la ventana. La puerta de la pequeña construcción se tambaleaba, aunque no lo suficiente para abrirse, el sonido metálico que habían escuchado venía de la cadena y el candado en oscilación, que eran movidos por el viento.

Juxta asintió, antes de comenzar a buscar por la cabaña objetos que pudieran quemar para improvisar una fogata, y algunas mantas para cubrirse del frío de aquella noche.


Unas horas más tarde, Leo al fin despertó.

— ¿D... dónde estoy? — El aturdido muchacho preguntó, luego de comenzar a abrir sus parpados.

La noche ya había caído y fuera, la lluvia seguía cayendo inclemente.

— Leo...— Charlotte estaba a su lado, cambiando el paño húmedo de su frente, la fiebre comenzaba a descender poco a poco— Estas en la enfermería, te desplomaste esta mañana en el pasillo, Adam y Steve me ayudaron a traerte— Relató— ¿Cómo te sientes?

— Como si me hubiera arrollado un camión— El chico bromeó, pero no con su ánimo habitual, estaba cansado y su cuerpo se sentía pesado— Me duele todo— Confesó.

— Leonardo...— La chica no sabía exactamente cómo comenzar esa conversación— La herida en tu hombro... ¿Es la causante de tu situación actual? Si es así... ¿Cómo?... ¿Cómo puedo ayudarte? — Su voz tembló.

El chico extendió una mano en su dirección y tomó la de ella para infundir confianza, Charlotte se sobresaltó, más no se apartó ante el repentino gesto.

— No es lo que crees— La calmó, y sonrió suavemente— Si una de esas cosas me hubiera mordido, yo mismo me encargaría del problema, puedes confiar en mí— Prometió.

Ella asintió en respuesta.

— ¿Entonces qué sucedió?

Leo apartó su mano y la llevó a su propia cabeza, para luego suspirar. No podía decirle la verdad.

— Solo una riña sin sentido. No es nada de lo que debes preocuparte.

— Pero dijiste que una de las reglas es no lastimar a los miembros del campamento ¿Quién te hizo algo tan... primitivo?

Conectados [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora