Parte/2/ Infancia

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Si estás leyendo esto, es porque eres mi descendiente y te interesa saber de tus raíces. Me preguntó, de cuál de mis cinco hijos dependes tú, tú que estás leyendo, quiero que tengas en cuenta, que no solo eres padre de los hijos de tu propia sangre, sino también de los que alimentas, vistes, educas y amas, aunque tus genes no corran por sus venas.

—Ah, caray, entonces yo tenía razón y Celia no era hija de mi abuelo o acaso...

Mejor leo la historia así salgo de dudas.

-o-

Mi nombre es Alejandro Buenaventura Salcedo, hijo de Alejandro Buenaventura Zambrano y Margarita Salcedo Sánchez, nací en el norte del país, fui el mayor de varios hermanos, pero solo sobrevivimos cinco, tres hombres y dos mujeres, Jenaro, Jesús, Catalina, María y yo, en esos años morían muchos niños, la gente decía que era porque no aguantaban el frio y el calor, ya que el clima es muy extremoso en esa parte del país, en tiempo de calor casi se derrite la gente como la manteca, y en tiempo de frío se congela uno, ni se piense que el Colorado, el lugar en que nací, era grande, no nada de eso, solo había unas cuantas casitas de madera regadas por todo el lugar, en contraste con la residencia del señor Raymundo Ortiz y, como no iba ser, si era ni más ni menos el dueño de los campos donde trabajaba mi padre, mis tíos y antes que ellos, mi abuelo sembrando algodón, la siembra empieza en febrero y termina en abril, los trabajadores del Colorado no bastaban para hacer el trabajo, es por eso que don Raymundo contrataba trabajadores de fuera, estos llegaban la última semana de enero, cuando terminaba la siembra se iban por donde venían y regresaban para la cosecha en la última semana de agosto, la cosecha empieza en septiembre y termina en diciembre. Algunos trabajadores llegaban acompañados de su familia. 

Cuando cumplí cinco años, mi padre empezó a llevarme al desierto, quería que aprendiera todas las marcas que pusieron él y otros padres de familia para que en caso de que alguno de sus hijos terminara perdido supiera regresar a casa sano y salvo.

—Fíjate bien Alejo, ¿Qué tiene de diferente esta piedra?

Esta grandota y pintada de negro con una flecha blanca.

Si da la casualidad de que no supieras regresar a la casa, tienes que llegar a una de las piedras cada una de ellas es de diferente color, tienes que seguir derecho por donde apunta la flecha, las piedras están regadas por los lugares que más frecuentamos de eso depende que llegues sano y salvo a la casa.

También me enseñó a distinguir a los animales peligrosos que viven en el desierto, principalmente a las serpientes ya que éstas son las que más abundan. sobre todo, las de cascabel, ya que hay varias clases de ellas, pero de todas, la más letal es la víbora de cascabel cornuda, también las colarillo son peligrosas, también hay de varias clases, me regalo un pequeño cuchillo llamado verduguillo para que, en caso que me mordiera una serpiente pudiera extraerme el veneno y no morir antes de recibir ayuda.

Cuando tenía nueve años, no sabía leer ni escribir, pero si era capaz de reconocer a cualquier víbora que mis ojos veían y sus madrigueras.

                                                                                             -o-

Un buen día llego al Colorado un gringo, que disque era doctor o algo así, se dedicaba a buscar serpientes venenosas para sacarles el veneno y venderlo a unos laboratorios para elaborar antídoto contra las mordeduras de serpiente, necesitaba a una persona que conociera el desierto y la madriguera de las víboras, por lo que mi padre le ofreció mis servicios, al momento el gringo se opuso ya que no le convencía mi edad, pero al no conseguir a nadie más, termino aceptándome, no me nombraba por mi nombre, me decía "Junior"

AlejandroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora