Advertencia:
Alfonsino, tenía diez años cuando dio inicio la revolución mexicana, mi hijo de niño fue delgado con el cabello tieso y voz delgada, hablaba poco y era hosco en el trato, era muy hábil con las manos, tenía dedos largos eso le sirvió para tocar la guitarra, escribía canciones con la misma facilidad que sujetaba las riendas de su caballo, cortaba leña y manejaba el arado, Cuando le cambio la voz adquirió una tonalidad ronca, entonaba canciones con mucha pasión, años más tarde seria identificado por la voz cuando lo escucharan cantar canciones referentes a la revolución mexicana que el mismo componía.
Desde que era muy pequeño tuve muchos problemas con él, era el único que miraba de frente al patrón y se le enfrentaba cuando era víctima de una injusticia de parte del mismo, varias veces le dije que no lo mirara de frente, que no le contestara, también recurrí a los golpes, pero eso solo ayudo a sentir más odio por el hombre, la habilidad que tenía para hacer su trabajo le sirvió para que el patrón no lo echara de la hacienda de una patada en el culo. Un día lo escuché cantar una canción que el compuso, que entre otras cosas decía; ya pronto me voy a unir a la revolución, para hacer pagar al patrón por todas las injusticias de las que hemos sido víctimas, me quedé petrificado, era la primera vez que escuchaba nombrar la revolución, estábamos tan lejos de la capital, que a la hacienda no llegaban las noticias de todo lo que estaba pasando con el gobierno, le pregunté a Bruno.
―¿De dónde saca esas ideas tu hermano?
―Yo creo que del maestro Amador.
―Pero si tu hermano ya tiene tiempo que no va a la escuela.
Eso es lo que tú crees, pero cada lunes los muchachos se reúnen con el maestro, él es, él que les está metiendo ideas en la cabeza.
Esa misma tarde me fui al pueblo, llegué a la casa de mi compadre Hipólito a preguntarle sobre la dichosa revolución ya que, él, siempre se había interesado por los asuntos políticos. Él me puso al tanto de lo que estaba pasando.
―Ay compadre apenas lo puedo creer que no se dé cuenta de lo que está pasando en el país, la revolución empezó desde 1910, desde que el Licenciado Madero, quito de la silla al dictador Porfirio Díaz.
―Pero eso pasó hace cuatro años.
―Pues sí, pero la lucha sigue, ay que estar preparados los revolucionarios están extendidos por todo el país, yo le aconsejo que se vaya de la hacienda ya que cualquier día, los revolucionarios se van a dejar caer por la hacienda, aunque su objetivo son los patrones, pero no vaya a ser el diablo que usted, por ser el hombre de confianza del patrón corra su misma suerte. La gente ya está harta de las injusticias de los patrones sobre todo los jóvenes ya no están dispuestos a seguir esclavizados.
Aunque me dolía reconocerlo, pero esa era la puritita verdad, los patrones se sentían dueños de hacer y deshacer se creían dueños de la vida de la gente que les servía, sin que el puto gobierno hiciera nada para remediarlo, me despedí de mi compadre muy consternado, hable con Alfonsino, le dije que le prohibía que siguiera cantando las canciones que hablaban de la revolución y que dejara de ir al pueblo a las juntas del maestro, en lo único que me hizo caso fue en no cantar, pero siguió yendo al pueblo en contra de mi voluntad. El patrón estaba confiado en que los rebeldes no llegaran hasta la hacienda, pero la señora Celia estaba segura que tarde o temprano íbamos a ver llegar a los revolucionarios, es por eso que previendo eso, se llevó algunas cosas de la casona a su casa de la ciudad, no solo por su valor monetario sino sentimental, entre esas cosas iban los dos cuadros pintados al óleo, el de su matrimonio y el de su marido que estaba en su estudio. Yo estaba más tranquilo ya que pasaba el tiempo y de los revolucionarios no se escuchaba nada, un buen día me mandó llamar el patrón a su despacho.
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Alejandro
CasualeLa novela cuenta la historia de Alejandro, ésta ha surgido y cobrado forma a partir de algunos relatos, escuchados de aquí y de allá, avivando la imaginación de la escritora; por azahares del destino, las memorias de Alejandro caen en las manos de V...