Parte/30/Reflexiones.

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Cuando Eva dejo de asistir a la casa del señor Mark, se sintió perdida, se había acostumbrado a estar todo el día ocupada haciendo lo que le gustaba hacer, leer, escribir, aprender, su mente se trasladaba al pasado recordaba con nostalgia los años que paso en la hacienda, extrañaba enormemente a Miss, Ellen, a ella le debía todo lo que sabía, a sus casi veinte años, no había tenido ni un enamorado, y ella sabía muy bien a que se debía, los hombres de su misma clase social se les hacía muy alta para ellos, y muy poco para los de clase alta, muy a su pesar renegaba de ser mujer, si ella hubiese sido hombre, las cosas hubieran sido diferente, su padre no tuvo empacho en dejar ir a Bruno a la ciudad, pese a la oposición de Juana, pero a ella no la había dejado marchar, pese a que iba a estar protegida por la señora Celia, y todo por ser mujer, vio sus manos tan pequeñas y delicadas, sin embargo, cuantas cosas sabían hacer, bordar, dibujar, tocar el piano, escribir; y ahora de que le servía todo eso metida en ese miserable pueblo. Decidió hablar con su padre al respecto si es que algún día tenía oportunidad de hacerlo. Después de terminar el trabajo con el señor Mark se encargó de recomendar a Alejandro, en el ferrocarril, iba a estar a cargo de una cuadrilla de trabajadores, estaba muy feliz ya que él estaba acostumbrado al aíre libre, para él, fue un enorme sacrificio estar recluido en las cuatro paredes de esa oficina, despacho, estudio o como se le quisiera llamar, a los hombres todo se les facilitaba. Su padre ya estaba trabajando en lo que más le gusta, el sueño de Bruno se le había hecho realidad, vivir lejos de las faldas de su posesiva madre, Alfonsino murió haciendo lo que más anhelaba, luchar por un ideal, era una lástima que no viviera para ver cumplido su sueño, liberar al pueblo de los tiranos, Eva decidió enseñar a sus hermanas algo de lo mucho que ella había aprendido, las chicas pasaban parte de las tardes en casa de su abuela, ya que Eva, nunca volvió a casa de su madre.

Rafaela aprendía rápido, había heredado la inteligencia de su padre, pero Martina era todo lo contrario, se distraía con facilidad, se aburría enormemente casi siempre se quedaba dormida, pero no faltaba a sus clases era más cómodo estar en casa de su abuela que en compañía de su madre.


AlejandroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora