Se han ido.
Lucía paso los siguientes seis meses de espera sin pena ni gloria, solo con los achaques de todas las mujeres que van a ser madres, y se llegó el día que mi mujer sintió el primer aviso del nacimiento de nuestro hijo, ésta se preparó para el feliz acontecimiento, los dolores eran aislados, pero cuando éstos se hicieron más continuos fue hasta la casa de su madre para ponerla al tanto.
—Mamá creo que ya va a nacer el niño.
—¿Por qué lo dices, ya te empezaron los dolores?
—Si desde hace como dos horas.
—Vamos hacer una cosa, déjame decirle a Carmina que le encargo a tus hermanos, luego nos vamos a la tuya a preparar todo.
Así lo hicieron, cuando todo estuvo preparado Eustolia le dijo a su hija.
—Bueno ya quedo todo listo, voy por doña Martina.
—No mamá, Alejandro ya quedó con el doctor, para que venga a atenderme aquí en la casa, así es que si no es mucha molestia le pido que me haga el favor de ir por él, o mande a alguien en su lugar.
—De ninguna manera mija, no le vamos hacer ese desaire a doña Martina, ella te ha atendido desde que saliste panzona, ella te conoce mejor que el doctorcito.
—Pero mamá no quiero contradecir a Alejandro, él se va a enojar mucho si no atiendo su recomendación.
Nada, nada, vas a ver como se le pasa el enojo cuando tenga a su hijo en sus brazos.
—Al menos mande a alguien para que le avisen a Alejo.
Si, mija yo me encargo de eso, aunque no se para que lo quiere aquí, los hombres solo estorban en estos casos.
Diciendo eso Eustolia salió de la casa regresando poco después acompañada de la partera, ésta reviso a Lucia y confirmo el veredicto faltaba poco para el feliz acontecimiento, en menos de una hora Lucia gritaba de los fuertes dolores, Martina diligentemente ayudaba a su paciente, pero por más esfuerzos que hacia la mujer, la criatura no bajaba, fue cuando Martina se dio cuenta con horror que el niño venia atravesado, hizo varios intentos para acomodar a la criatura, pero todo fue inútil, otro problema se le presento, Eustolia le grito a la desconcertada partera.
—¡Doña Martina Lucía se está desangrando!
Y así era, de su parte intima salía un torrente de sangre tal como si fuera una llave de agua, finalmente Lucía falleció de un infarto por toda la sangre perdida, Eustolia le pregunto a la partera.
—Martina por Dios ¿Qué le pasa a mi hija, porque no se mueve ni se queja parece muerta?
—Eustolia tu éstas de testigo que hice cuanto estuvo a mi mano para que esto no pasara, solo queda tener resignación, Dios así lo dispuso.
—¡Dime Martina, que esto no está pasando, mi hija no puede estar muerta!
—Valor Eustolia, Dios sabe porque hace las cosas.
Había pasado una hora cuando Alejandro llegó a su casa, sin imaginar la tragedia que se estaba viviendo en la misma, en cuanto traspasó la puerta le extraño que su mujer no saliera a recibirlo como todos los días, un mal presentimiento lo embargo, fue rápidamente a la recamara y lo que vio lo dejo horrorizado de espanto, ahí tendida en la cama yacía su mujer en medio de un charco de sangre, Eustolia estaba abrazada al cadáver llorando desconsoladamente, mientras Martina balbuceaba algunas palabras de consuelo, al ver que las dos mujeres no habían reparado en su presencia les gritó.
ESTÁS LEYENDO
Alejandro
RandomLa novela cuenta la historia de Alejandro, ésta ha surgido y cobrado forma a partir de algunos relatos, escuchados de aquí y de allá, avivando la imaginación de la escritora; por azahares del destino, las memorias de Alejandro caen en las manos de V...