Parte/36/Agradable sorpresa.

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Alejandro y Eva fueron expresamente a la ciudad a llevarle la invitación a doña Eva.

¡¡Alejandro Eva que gusto verlos, me tenían muy abandonada.

―Usted me ha de dispensar, pero ahora con el nuevo trabajo no me queda mucho tiempo, pero, aunque no vengamos personalmente nunca la abandonaremos.

Después de ponerse al día, Eva le comunicó.

El motivo de nuestra visita es para saludarla y entregarle esto.

―¡¡Pero si es la invitación de tu enlace matrimonial!!

Eva contesto a todas las preguntas que le hizo doña Celia, ésta quería saber todo lo referente a Eduardo, Alejandro y Eva se despidieron de doña Celia, ésta prometió asistir en compañía de su hija y su nieta Luna.

-o-

La señora Celia le comunico a su esposo de la visita que había recibido y el motivo, don Silvestre escuchaba en silencio, miro detenidamente la invitación, le dijo a su mujer.

―Me supongo que vas a asistir.

―Esa es mi intención, siempre y cuando me des tu autorización, no quiero pasar por encima de ti.

Está bien, puedes ir, te cercioras que Juana vaya vestida decentemente, no quiero que deje en ridículo a Eva.

Doña Celia sonrió, sabía cómo manejar a su marido; algunos días después Eduardo recibió en su consultorio a un nuevo paciente un señor más o menos de la edad de su padre.

Por favor tome asiento. ¿Me puede dar su nombre?

―Mi nombre no importa, ni le voy a dar ninguna explicación, solo quiero que sepa, que soy el padre biológico de Eva, su prometida, sépase señor que yo estoy al tanto de todo lo referente a su vida, aunque ella no lo sepa, para ella su padre es Alejandro y así quiero que siga pensando.

Don Silvestre pudo ver la cara de asombro de su futuro yerno.

―El motivo de mi visita es para advertirle que si me entero...

Señor no tiene por qué amenazarme ni advertirme nada, amo a su hija y nunca levantaría una mano contra ella, afortunadamente mi padre me enseñó a respetar a las mujeres, siempre me dijo que antes de dañar a una mujer, recordara que, tanto mi madre como mis hermanas son mujeres.

―Está bien no me dé un sermón de buena conducta, a mí no me interesan ni su madre ni sus hermanas, a mí solo me importa mi hija y no lo olvide yo voy estar vigilándolo. Aquí tiene el importe de la consulta.

Y sin decir ninguna palabra más, se puso de pie y salió del consultorio, dejando a un Eduardo muy desconcertado.

Qué hombre más desagradable; ahora comprendo porque Eva es tan diferente  a sus hermanos, ella tiene bastante parecido físico con su padre biológico, afortunadamente no heredo la maldad de ese hombre.

Un día antes del enlace llegaron al pueblo, doña Celia, su hija y su nieta, las mujeres se dirigieron al domicilio de Petra, de antemano sabían que Eva vivía con su abuela por boca de Alejandro, tocaron la puerta, Petra no pudo ocultar su alegría al verlas llamó a gritos a su nieta.

―¡¡Eva, Eva, ven rápido, mira quienes acaban de llegar, pero pasen, pasen a su humilde casa.

―¡¡Doña Eva, estrella, Luna que alegría que hayan podido venir, para mi es muy importante que me acompañen en el día más feliz de mi vida!!

―Ni por un momento dudamos en acompañarte, te consideramos como un miembro más de nuestra familia, nos gustaría saludar a tu mamá.

Claro que sí, si gustan acompañarme vive a unas cuantas calles de aquí.

―¿Qué tal si mejor yo voy por ella, para que ustedes descansen, hija ofréceles algo de tomar mientras regreso. Voy y vengo no me tardo―. Dijo Petra

Media hora más tarde regresó Petra acompañada de Juana con una bolsa con todo lo necesario para hacer un guiso, dejo a Juana con la visita mientras ella fue a la cocina y rápidamente se puso a cocinar poco tiempo después un delicioso aroma inundo las fosas nasales de las invitadas que charlaban alegremente con Juana.

Pásenle pa la cocina para que se coman un taquito, espero les guste.

―Pero como no nos va a gustar con esa sazón tan deliciosa que tienes, si lo que más extrañamos es tu comida ¿Verdad Estrella?

Si, Petrita, cocinas tan rico.

Juana y Petra hacían las tortillas mientras Eva les servía la comida, comieron alegremente, por la tarde llego Eduardo, fue presentado con las mujeres, él no pudo dejar de notar el parecido entre su prometida y Estrella, éste las invito a hospedarse en la hacienda aludiendo que había habitaciones de sobra, las mujeres aceptaron gustosas la invitación, pero antes de salir para la hacienda, doña Celia llevó a Petra y a Juana a la habitación contigua, en la cama descansaban dos vestidos sencillos, pero al mismo tiempo elegantes de acuerdo a la ceremonia. Petra al verlos exclamó no con disimulada alegría.

―¡Pero que chulos vestidos ¿son los que se van a poner para la boda?!

―No, no, son para ustedes, quiero que se los prueben por si ocupan algún arreglito hacerlo.

Juana contesto con molestia o más bien enojada.

―¿Tiene miedo que dejemos en ridículo a Eva?

―Claro que no, les quise traer un pequeño presente por su lealtad, pero si no lo quieres, se lo doy a alguien más y asunto arreglado.

No le haga caso, esta mujer con su amargura de siempre, pero no se haya molestado, ya Eva se encargó de lo que nos vamos a poner, pero yo si lo quiero―Dijo Petra emocionada hasta las lágrimas.

Más tarde Eduardo condujo a las mujeres en su flamante automóvil, marca Franklin modelo, importado de USA. En cuanto se fueron Petra recriminó a Juana.

―Eres una hipócrita.

―Y ahora que mosca te pico, ¿Por qué me insultas?

―No tienes vergüenza, mira que recrimar a doña Celia por traer los vestidos, solo tuvo una atención con nosotras, tal parece que te da coraje que tu hija se case con un buen hombre como el señor Eduardo y eso que disque ya le pediste perdón por todas las golpizas que le diste, es por eso que te digo que eres una hipócrita.

―Esto es más fuerte que yo, no lo puedo evitar ¿y hora dime, para que queremos dos vestidos?

―Pos yo no sé tú, pero yo me voy a poner uno pa la misa y otro pa la fiesta, con los zapatos tan chulos y la sevillana bordada de puro hilo de seda que nos compró Eva, si hasta vamos a parecer ricas, no vamos a desmerecer con doña Leonor, Rafaela y Martina también va a ir bien chulas, quién quita y hasta novio encuentren.

―Qué te parece si nos vamos pa la casa a esperar a Bruno.

―No, yo voy aprovechar pa bañarme antes de que venga tu padre y los muchachos pa que mañana no me agarren las prisas.

―Ta bueno, entonces yo le jalo pa la casa yo también me voy a bañar, si a llegar Bruno, hay que lo entretengan las muchachas.

―Ándale pues mija, acuérdate que a las seis de la tarde vamos a ir a confesarnos, pa que se nos salga el diablo.

―Si ama, ay pasó por usted pa irnos a la iglesia. 

AlejandroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora