Parte/8/Un nuevo comienzo

4 1 1
                                    



Un nuevo comienzo.

Los días posteriores a la muerte de Lucia, pasaba todo el santo día trabajando, no tenía hambre, si no hubiese sido porque mi madre todos los días me llevaba comida e insistía en que comiera, no lo hubiera hecho, mandé construir un mausoleo con una placa con letras doradas, di instrucciones para que se pusieran las mismas letras que tenía la cruz, tuvieron que pasar muchos años para que pusieran mi cajón al lado de mi amada—. Mientras permanecía trabajando, se me olvidaba un poco mi pena, pero cuando llegaba a la casa revivía todo el drama que había vivido, entre mi madre y mis hermanas se turnaban para atender mis necesidades, siempre me recibían con comida caliente, yo comía taciturno sin pronunciar palabra alguna y, si por algún motivo salía el tema de Lucía, siempre terminaba profiriendo amenazas contra Martina la partera.

—Pero Mijo no seas injusto, ella hizo lo imposible para salvarlas, así te lo dijo el doctor.

—Él dijo eso, porque no quiso perjudicar a esa asesina.

-o-

Y así estuve por casi un año. hasta que un buen día tomé la resolución, de marcharme del Colorado esa misma noche fui a hablar con mi hermano Jenaro, me recibió su mujer.

—Buenas noches Julia ¿Ya llego Jenaro?

—Buenas noches Alejandro, pásale hasta la cocina allí esta.

Jenaro en cuanto me vio me recibió cordialmente.

—Hermano que milagro, Julia sírvele de cenar a Alejandro.

Julia diligentemente me sirvió la cena, mientras calentaba tortillas escuchaba la plática, mi hermano me preguntó.

—¿Y qué te trae por acá?

—Vengo a despedirme.

—Achis ¿Y adónde vas, si se puede saber?

—Pues a ver a dónde me lleva el rumbo.

—¿Pero a que se debe esa decisión tan drástica?

—Ya no puedo seguir viviendo aquí, todo me recuerda a Lucía me corroe el alma solo de pensar que, si no hubiera sido por esa maldita vieja de Martina, mi mujer y mi hijita no estarían muertas.

—Pero Alejandro, ella no tuvo nada que ver con eso, mira aquí tienes a Julia, tenemos cuatro chamacos y a los cuatro ella los trajo al mundo, ya te dijo el doctorcito que ella hizo las cosas bien.

Julia que escuchaba la plática intervino.

—Pos yo creo que a Lucía no la hubiera salvado, pero a la niña si, ahí tienes a la nieta de doña Damiana, ella también se murió en el parto, pero el doctorcito en cuanto ella se murió le rajo la panza y le saco a la niña, y allí anda la muchachita vivita y coleando.

—¡Por Dios Julia, no le eches más leña al fuego, estás viendo la situación y no te incas!

—Bueno yo nomas decía.

—Tengo que irme muy lejos de aquí, porque si me quedo voy acabar matando a esa vieja, el otro día así estuve de cerquita de echarle el caballo encima para que la pateará hasta que muriera.

—¡Ave María Purísima!— Exclamo Julia muy alarmada.

—No pues siendo así, es mejor que te vayas y cuando se te pase la pena y el coraje, vuelves ¿Y crees que el patrón vaya a consentir que te vayas, tú eres su mano derecha?

—No le voy a pedir permiso, le voy a avisar como te lo estoy avisando a ti.

—Pues a ver cómo nos va con el nuevo encargado que quede en tu lugar.

AlejandroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora