Parte/29/Juana

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Juana.

Agapito y Petra tenían cuatro hijos varones cuando llego al mundo Juana, llamada cariñosamente "Juanita", tuvo una niñez feliz, a pesar de que tenía que cooperar con las labores de la casa, que, conforme iba creciendo éstas aumentaban también, por la tarde se juntaban las niñas y los niños de los vecinos a jugar, entre ellos estaba Simón el nieto de Simoncito el curandero, dos años mayor que Juana, cuando ésta cumplió doce años, Simón le pidió que fueran novios, ella aceptó, en un principio era solo un juego, pero conforme crecían sus querencias también, a los trece años, ella ya tenía claro que era a Simón al que quería como compañero de vida, lo mismo pensaba su novio, Petra le dijo que los quince años era una buena edad para contraer matrimonio, por lo tanto ella vivía esperando esa fecha para convertirse en la flamante esposa de su querido Simón. Pero el patrón con su ultraje termino con todas sus ilusiones de un solo tajo.

Simón no fue capaz de superarlo, en vez de apoyarla, se casó con María de las Mercedes otra muchachita de su misma edad, ella quedo devastada no solo por la vejación de la que fue víctima por parte del patrón si no, por el abandono de su novio de la infancia.

Cuando un tiempo después llegó Alejandro a sacarla del charco de lodo en que la había hundido el patrón, ella se enamoró perdidamente de su flamante esposo, sin embargo Alejandro nunca correspondió a ese amor, él solo la quería para desahogar sus necesidades sexuales, cuando quedo embarazada de Alfonsino sus esperanzas renacieron, pero todo fue inútil, a pesar de tener otros tres hijos más, el solo la veía como madre de sus hijos, muy a su pesar sentía unos celos terribles de doña Celia, ella como mujer enamorada intuía el amor que su esposo sentía por la bella señora. Cuando Eva se convirtió en una linda adolescente. Algunas veces sentía el demonio de los celos roerla por dentro, aunque pronto desechaba esas ideas malignas.

Paso muchas veces en vela, la soledad la invadía, a pesar de tener a su marido a su lado durmiendo apaciblemente, con la esperanza de que la poseyera aunque tan solo fuera para desahogarse, esas noches se apretaba a su cuerpo, pero él se apartaba discretamente, cuando eso sucedía lloraba en silencio, en esos momentos la embargaba la nostalgia―, que diferente hubiera sido su vida, si el hombre que dormía a su lado fuera Simón y no Alejandro; cuando le dijo a Simón que había sido violentada por el patrón, la abandono, se fue lejos, sabrá Dios a donde, pero después volvió arrepentido, pero ya era demasiado tarde, ella ya no era libre. Con el tiempo comprendió que Alejandro nunca le iba a pertenecer es por eso que le pidió a don Simoncito que le recetara un bebedizo para ya no traer más hijos al mundo, dejo de asediar a su marido cumplía pasivamente con sus deberes de esposa, culpaba al patrón y más tarde a Eva de todas sus frustraciones como mujer, cuando finalmente reflexionó, quiso recuperar el amor de su hija Eva, pero ya era demasiado tarde.

AlejandroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora