Parte/25/Eva, 2da parte

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Eva le conto a su abuela lo que había pasado entre Juana y ella, Petra se enojó bastante quiso ir a hablar con su hija, pero su nieta se lo impidió.

—Déjelo así, no vale la pena que se enojen por mi causa, abuela le voy a preguntar lo mismo que le pregunté a mi padre, espero que usted si me diga la verdad.

—¿Qué fue eso que le preguntaste a tú padre?

—¿Juana es mi madre o solo soy hija de mi padre?

Petra sintió un vuelco en el corazón, quedo consternada por la magnitud de la pregunta, como era posible que Eva pensará que solo era hija de Alejandro. No, no, ella no tenía que saber que, en realidad, Alejandro era el que no era su padre.

—Pero hija, que cosas dices, en qué cabeza cabe ¿Qué te hace pensar que Juana no sea tu madre?

—Ella nunca me ha querido, en realidad me odia, sabe abuela, cuando mi madre me iba a pegar con la reata, me llego un recuerdo que tenía muy escondido, recordé a Juana golpeándome una y otra vez mientras me decía que me odiaba, que ojalá estuviera muerta y ahora me lo volvió a repetir, me dijo que mejor me hubiera muerto yo, en vez de Alfonsino, eso que le dice, una madre nunca le desea la muerte a un hijo, así sea el más malo del mundo y eso solo indica una cosa, que no soy su hija.

—No, no digas eso, ella solo esta dolida por la reciente muerte de tu hermano.

—Está bien abuela, dice doña Celia que la verdad siempre termina por saberse por más escondida que este, abuela ¿puedo quedarme a vivir con ustedes? y mañana puede ir a recoger mi ropa a la casa de Juana.

—Pero hija, ¿va en serio eso de quedarte a vivir con nosotros?

—Si abuela, no quiero volver a encontrarme con Juana.

—Hija por Dios, no le diga Juana ella es tu madre.

—Ella no piensa lo mismo y desde este día, si ella no me quiere como hija yo no la quiero como madre.

Cuando Eva estuvo completamente recuperada, tuvo una plática muy seria con su padre.

—Papá, ¿usted sabe en dónde vive doña Eva?

—Si hija se dónde vive.

—Padre ¿usted me daría permiso de irme a trabajar con ella?

—Pero hija que cosas dices, tu lugar esta con tu familia.

—Usted sabe el motivo por el que me quiero ir, además yo vendría a visitarlos o ustedes pueden ir, claro mis hermanos y usted a Juana no la quiero volver a ver más en mi vida.

—No seas rencorosa hija, ella es tu madre.

—No es lo que ella dice.

—Mira hija, no te quiero exponer a que veas malas caras.

—Le aseguro padre, que en esa casa me tratan mejor que aquí, inclusive hasta el señor Silvestre me trataba mejor que mi madre.

—El señor Silvestre ¿Cuándo tuviste tratos con el patrón?

Desde que me recuperé de la golpiza que me propino Juana, mi abuela me llevó con ella a la casa grande, don Silvestre me encontró en su despacho, me preguntó si yo era hija de Juana y si mi abuelo era Agapito, cuando le contesté que sí, desde ese día, comimos juntos yo comía de la misma comida que comía él, también contrato a una maestra que me enseñó todo lo que sé, hasta el día que se fueron a la ciudad.

—¿Y por qué nunca me dijiste nada?

Mi abuela me dijo que si sabías que venía a la hacienda te ibas a enojar y ya no me ibas a dejar ir con ella. No entiendo porque dicen que el señor Silvestre es malo, conmigo siempre se portó bien. Y todo te lo debo a ti, el señor Silvestre me dio ese trato gracias a que yo era la hija de su hombre de confianza.

—Mira hija no te precipites, espera un poco, te prometo que, si en tres meses, sigues con la idea de ir al lado de doña Celia, yo mismo te llevaré.

—Gracias padre, pero me quedaré en casa de mis abuelos no quiero estar en la misma casa de esa mujer.

—Está bien hija llevaremos tu catre y tu ropa a casa de tu abuela.

Al oír las palabras de Eva, comprendí que el patrón, con solo ver a Eva, supo que era su hija, doña Celia lo supo desde el primer momento que la tuvo en sus brazos, por eso le sugirió a Juana que la niña llevará el mismo nombre de su abuela, bendita mujer, me extrañaba que Eva no hubiese intuido que don silvestre era su padre.

-o-

Habla Juana.

Le doy gracias a Dios de la llegada tan oportuna de Alejandro, porque si no llega tan a tiempo, esta vez si la mato, ahora que ya es mujer, se parece más a la vieja madre del patrón y a él, verla es como estar viendo al hijo de la chingada que me desgració la vida. tenía la esperanza de que a medida que creciera se le oscurecieran las greñas, pero las tiene igual de güeras que cuando nació , y no solo es el parecido físico, también es diferente en su modo de comportarse, parece toda una señoritinga me tiene hasta la madre, dándole órdenes a Rafa y a Martina, lávense las manos antes de comer, no coman con la boca abierta, no se habla con la boca llena de comida y bla, bla, bla, nada más les llena la cabeza con puras pendejadas, total para limpiar nalgas no se necesita saber tanto, el que me preocupa es Alejandro, no me habla desde que pasó lo que pasó con esa malnacida Dios quiera que en verdad la desgraciada se quede con mis Tatas, pero lo mejor sería que se largara del pueblo, Dios me perdone, pero a mí se me hace que Alejandro no la ve como una hija, hasta se me figura que la ve con deseo y la desgraciada siempre fue muy apegada a él, pero que cosas se me ocurren, Alejandro no es capaz de hacer eso, él no, pero ella ¿Sería capaz?


AlejandroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora