Juana quedo muy sorprendida con la actitud de su esposo, no era posible que él sintiera amor por esa niña que, después de todo, ni su hija era, esperaba que él, al verla, la repudiara tal como lo hacía ella, se sintió avergonzada, en el tiempo posterior se le quito la idea de matar a la niña, pero contra su voluntad seguía rechazando a su hijita, un buen día llego doña Celia a la vivienda de Juana portando una caja grande, a la hora que Alejandro ya estaba en casa, Juana se quedó muy sorprendida con la visita de la mujer.
―Buenas tardes doña Celia ¿A que le debemos el honor de su visita? Pero, pase, pase a su pobre casa.
―Vengo a comunicarles que mañana viene el padre Froilán a oficiar misa y creo que debemos aprovechar para bautizar a la pequeña Eva.
―Ah que gusto me da que venga el padrecito, tanto a Juana y a mi nos da mucho gusto ya que la niña ya está grandecita―Contesto Alejandro muy contento, sin embargo, Juana protesto.
―Pero como se te ocurre Alejandro, si ni siquiera tenemos padrinos...
―Eso no es problema yo me encargo de eso.
―Siendo así, este es mi regalo para la pequeña, yo me encargo de decirle al padre Froilán para que Eva sea la primera en ser bautizada, ya que van hacer varios niños los bautizados y algunos matrimonios, mañana nos vemos en la capilla.
Y diciendo esto se despidió y salió de la casa, Alejandro se ofreció a acompañarla hasta la entrada de la casona, Juana en vez de sentir gusto sentía coraje, que ni ella misma se lo explicaba el porqué, cuando regreso Alejandro, su mujer le preguntó.
―¿Y se puede saber a quién le vas a pedir que sean los padrino de la niña?
―A tus padres, mis suegros, que mejor que ellos para que velen por el bienestar de la niña, ahora vamos a ver el regalo que le trajo doña Celia.
Dentro de la caja estaba un hermoso atuendo para la criatura y todo lo que un bautizado requiere, Agapito y Petra estuvieron encantados de ser los padrinos de la pequeña Eva, doña Celia siempre organizaba una comilona para festejar tanto a los bautizados, como a los niños que hacían su primera comunión, como a los que unían sus vidas en presencia de Dios.
Cuando Petra vistió a su ahijada no pudo negar el gran parecido de su nieta a su abuela paterna la madre del patrón, una mujer altiva, arrogante, que trataba a la servidumbre no como empleados, si no como viles esclavos, trataba mejor a los animales domésticos que a la gente a su servicio. Tanto Alejandro como sus flamantes padrinos caminaron hacia la pila bautismal, cargando a la preciosa niña, no así Juana, cada que una persona se acercaba a su hija para hacerle una caricia, sentía que le refregaban en la cara que había sido burlada por el patrón.
Eva nunca recibió de su madre ni una caricia, ni una palabra tierna, solo regaños, que, porque lloraba, que, porque se ensució, que, porque comía mucho, que, porque comía poco, que porque jugaba con el gato etc. pero nunca recibió su amor. La primera palabra que pronuncio fue papá, y la primera frase que aprendió, fue "no sirves para nada" de tanto escucharla de boca de su madre cuando se dirigía a ella. Su situación empeoro cuando nacieron sus hermanos, los regaños de su madre se intensificaron, que porque ya lloro el niño, que porque le pego al niño, que porque esta mojado, que porque se cayó, que porque al niño le dolía la barriga y sabrá Dios que le diste de comer, cuando cumplió seis años, la cosa cambió un poco para ella, a esa edad empezaban a ir a la casa de la maestra Teodora a recibir sus clases de lectura y escritura, Juana no tuvo otra opción que dejar que fuera ya que, aprender a leer y a escribir era una orden del patrón que todo padre de familia debía acatar.
Desde el primer día que Eva asistió a sus clases la maestra se dio cuenta que la niña era más inteligente que los otros niños, era la primera que llegaba y la última en abandonar el aula, es por eso que en unos cuantos meses la niña aprendió leer y escribir, la maestra tenía ordenes especificas del patrón que en cuanto las criaturas se enseñaran a deletrear y garabatear algunas frases, hasta ahí terminaba su obligación con el niño, pero con Eva hizo una excepción, aun corriendo el riesgo de que el patrón se enterar y la corriera, le dedico un poco más de tiempo a la inteligente niña, la dejo que asistiera a su clase hasta que la niña fue capaz de leer y a escribir correctamente usando todos los signos gramaticales, pero hasta ahí llegaron sus clases ya que un buen día se presentó Juana a hablar con la maestra.
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Alejandro
RandomLa novela cuenta la historia de Alejandro, ésta ha surgido y cobrado forma a partir de algunos relatos, escuchados de aquí y de allá, avivando la imaginación de la escritora; por azahares del destino, las memorias de Alejandro caen en las manos de V...