6.- Espontaneidad.

98 14 1
                                    


Por el rabillo del ojo vi de quién se trataba reprimiendo que mis cejas no se alzaran por inercia propia.

—Hola a ti también.

Fred se movió para apoyar el brazo derecho en la barra y poder tenerme de frente.

Justo en ese momento una canción con bastante ritmo cambió en el equipo de música.

—Hola —saludó con media sonrisa de borracho.

—¿Se puede saber que haces borracho a las diez de la noche?

—Estar borracho.

—Te aplaudiría si no fuese por que tal estupidez no merece mi falta de energía.

Eso pareció hacer gracia a su mente ebria porque soltó una carcajada.

—Definitivamente, Miles se saltó muchas facetas tuyas cuando le pedí que me hablara de ti.

No sabía como tomarme aquello.

Se deslizó más cerca en la barra.

—¿Te cuento un secreto? —Su codo resbaló de la barra haciendo que pegara un trompicón, pero se recompuso todo lo rápido que pudo—. Quiero besarte.

Cambié mi pose a una de suficiencia sin ocultar la gracia que me hacía la situación.

—¿Desde que me conociste o te ha surgido la necesidad ahora mismo?

Cogió la cerveza que Luke, el dueño, había puesto ahí sin darme cuenta junto a los tres chupitos. La removió un poco pero se la quité antes de que llegara a su boca.

Sacó su media sonrisa mientras me veía beber un trago que, tal vez, estaba haciéndolo algo seductor. Pero solo tal vez.

—Desde ahora mismo —respondió a mi anterior pregunta.

—¿Y por qué no lo has hecho?

Alzó su dedo índice chasqueando la lengua.

—Porque la mirada de tu amigo me está incomodando demasiado. Quiero mi privacidad.

Fruncí el ceño al girarme y ver como Chase no parecía avergonzado de que le hubiera pillado mirando hacia nosotros fijamente, y aún así seguir sin apartar sus ojos.

—Él no es amigo mío. Supuestamente es de Miles.

—Miles no tiene amigos así.

—Tú eres así —reí. Por mucho que lo negara, Chase encajaba perfectamente con nuestro grupo.

—Nena —se acercó a mi cara—, yo soy condenadamente más sexy.

—Oh, espero que no te estés poniendo celoso, Freddie —le di un par de palmadas amistosas en las mejillas.

Éste se acercó un poco más.

—¿Celoso? —rozó su nariz con la mía y ya no distinguía de quién era cada respiración—. Yo te tengo aquí, cuando él solo está mirando.

—Pensé que querías tu priv... —No me dejó acabar, ya tenía su boca encima de la mía.

El sabor dulzón de sus labios me dijo que probablemente se había emborrachado a base de cubatas. Sonreí, me gustaba la espontaneidad.

Se pegó a mi, no se si porque su intención era que no hubiera nada de aire entre nosotros o porque si no lo hacía se caería redondo al suelo. Me pregunté si estando sobrio me habría besado igual. Probablemente sí.

Dejé que profundizara el beso, dándome igual qué tantas personas nos estuvieran mirando. Pero había algo mal en aquello, la forma en la que me estaba besando estaba mal. Sus labios se movían lentos, y su lengua parecía no tener ninguna prisa por explorar mi boca, sus movimiento eran suaves y cuidadosos.

PHILOPHOBIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora