No había nada peor que despertarse y no saber en un principio en qué lugar se encontraba uno. Era, a parte de desconcertante, bastante agobiante.
Sin embargo, no fue lo que me pasó cuando a la mañana siguiente abrí los ojos y me topé con Chase a mi lado en la cama, durmiendo plácidamente.
Costaba imaginarse la impotencia que había surgido de él anoche y lo tranquilo que se veía soñando tras los párpados cerrados, con la respiración profunda y constante.
Después de su aparición se me había olvidado cerrar la ventana y las cortinas, dejando que la brisa mañanera del viernes se colara y erizara la piel desnuda de mi cuerpo.
Le di un par de toquecitos en el brazo a Chase.
—Chase —gimió, dándose la vuelta en la cama. Puse los ojos en blanco y le removí el oscuro pelo—. Chase, despierta. Tenemos que ir al instituto.
—Un minuto más, mamá.
Paralicé la mano que iba a sobar su mejilla a medio camino. Mordí mi labio inferior sin saber qué hacer. Hasta dónde los rumores decían, la madre de Chase murió el año anterior a causa de suicidio.
Opté por hacer como si nada hubiera pasado, y maniobré cuidadosamente para pasar por encima de él y salir de la cama sin tocarle ni caerme al suelo en el proceso.
Ya le despertaría después de ducharme.
Abrí el grifo y esperé a que el agua se calentara. El pensamiento de que realmente Chase y yo nos acostamos hizo acto de presencia mientras miraba hipnotizada y en estado de zombie como el agua salía a borbotones.
¿Quién lo diría? Bueno, vale, todo el mundo lo había imaginado, pero solo por el hecho de que ambos íbamos de flor en flor.
Y, si Miles me estuviera escuchando, me hubiera rectificado diciendo "de cama en cama." Como si él fuera virgen.
Me duché en tiempo récord, regresando a la habitación con el pelo húmedo y una toalla enrollada.
Chase estaba despierto, recostado en la almohada con mi libro abierto. Lo sujetaba con una mano, achicando los ojos para distinguir bien las palabras.
Me aclaré la garganta de forma acusadora. Miró hacia mi, dándome un repaso con los ojos antes de detenerlos en mi cara.
—No estaba al corriente que te iba el drama romántico —se burló sacudiendo el libro en el aire.
En dos zancadas me planté delante de él arrebatándole el montón de páginas de las manos.
—No es mío.
—¿De quién es, pues? ¿De Spencer?
Por un momento pensé en decirle que sí y vengarme por hacer que Miles y yo saltáramos la valla la otra noche, pero al final dejé la respuesta en el aire.
—¿Qué hacías mirando mis cosas? ¿Lo haces con todas las chicas con las que te acuestas? —abrí mi armario para que la puerta hiciera de pared entre su visión y mi cuerpo mientras me cambiaba—. No me extraña que luego te encuentres con palizas por parte de los padres furiosos.
—Me aburría, y empezaba a temer que me hubieras dejado abandonado a mi suerte.
—Es mi casa; como si te fuera a dejar aquí solo y en mi habitación —recalqué bien fuerte la "Y".
—¿Por qué te escondes?
—¿Mmm?
Oí crujir a mi cama.
—Ya te he visto sin ropa —aclaró con voz socarrona.
Conseguí ponerme la ropa interior, peleándome por supuesto con el broche del sujetador.
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PHILOPHOBIA
General FictionLos polos opuestos se atraen pero, ¿y si ahora también lo hiciesen los iguales?