16 de abril de 1966, Estrasburgo, 08:05 horas
Los primeros rayos de sol habían empezado a colarse por la ventana hacía ya un rato. Estaba sola en la cama. Albert se había marchado a trabajar hacía una hora más o menos. Aun siendo sábado, en la mina no descansaban. Podía permitirme el lujo de quedarme un poco más tumbada descansando por ser fin de semana, pero lo cierto es que llevaba más de una hora dando vueltas. Estaba agotada por haber trabajado hasta tarde la noche anterior. Sin embargo, la conversación que había tenido con Ankou se repetía una y otra vez dentro de mi cabeza como una grabación rayada y no me dejaba descansar.
Ya teníamos todo planeado y sabíamos cómo terminar con mi marido. Sería esa misma noche, cuando él volviera derrotado después de un día duro de trabajo en la mina. Para que esperar más.
Ankou había sido muy claro y transparente; no quería ninguna tontería. Las condiciones del trato también estaban acordadas: una parte del dinero se la entregaría antes de realizar el encargo y el resto cuando Albert ya estuviera muerto. Era lo justo. Además, él se encargaría de deshacerse del cadáver y yo no tendría que preocuparme por nada.
Finalmente, decidí levantarme pues sabía que no iba a conseguir dormir más. Con cuidado de no hacer demasiado ruido para no despertar a mi hija, fui a la cocina y me preparé un café bien cargado. Necesitaba estar bien despejada.
De repente, oí tres golpes consecutivos que provenían del recibidor. Alguien había llamado a la puerta. Cuando abrí y vi su cara, me alegré enormemente de tenerla siempre a mi lado. Era Anne que venía a quedarse con mi hija mientras yo iba a pagar la primera parte del trato. Tenía mucha suerte de haberla conocido y se había convertido en un apoyo incondicional para mí. Si no llega a ser porque ella me animó a dar el paso buscando un sicario, no estaría en esa tesitura y sería impensable para mí todo lo que estaba pasando.
Salí de casa con el sobre de dinero que tanto sudor me había costado conseguir. Decenas de horas extras en el Catharsis habían sido necesarias para poder reunir todos aquellos billetes. No estaba dispuesta a que nadie me lo robara tan fácilmente, así que me lo guardé debajo de mi ropa.
Una vez en la calle, me dirigí al parque en el que había quedado con Ankou. Un fin de semana, a aquellas horas, las calles estaban casi desiertas. Mientras caminaba, lo único que pensaba era en que mi felicidad y la de mi hija estaban cada vez más próximas. Esa misma noche todo cambiaría.
Seguí las órdenes que Ankou me había dado y fui hasta un famoso estanque de patos. Me sabía el camino de memoria pues había estado en numerosas ocasiones con mi hija durante los domingos de verano. Una vez allí, busqué la papelera que él me había indicado, la que estaba al lado de un cartel informativo sobre alguna especie de plantas que había por la zona. Quería hacer las cosas bien. Sabía que los ojos de Ankou o de algunos de sus hombres estarían vigilándome para asegurarse de que no venía acompañada o de que no hacía ninguna locura. Saqué el sobre de debajo de mi ropa y lo deposité dentro de la papelera.
Inmediatamente después me di la vuelta y puse rumbo de nuevo a mi casa. No hacía más que mirar a mi alrededor para evitar ser vista por nadie. Tampoco vi a Ankou.
Cuando volvía sobre mis pasos, me crucé con un hombre de mediana edad, vestido de oscuro y que iba fumándose un cigarro. Me miró fijamente y algo en sus ojos me hizo darme cuenta de que posiblemente fuera uno de sus hombres. No quise quedarme a esperar para confirmar mi teoría, no podía cometer ningún error.
***
24 de agosto de 2012, Montalcino, 16:48 horas
ESTÁS LEYENDO
Eterna obsesión [COMPLETADA]
Mystery / Thriller«El pasado no se puede borrar, únicamente se acepta y se supera. Por mucho que lo deseemos, tampoco desaparece, solo le gusta esconderse en nuestros recuerdos». Una chica con una grave crisis existencial, un amor verdadero pero complicado, un pasado...