14) Castel Brunello

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20 de febrero de 1969, Estrasburgo, 09:03 horas

Los agentes se presentaron en la casa a primera hora del día, tal y como habían asegurado que harían y con la puntualidad propia de los mejores relojes suizos. Ahora que tenían una orden judicial, Emilio no podía oponerse a un registro exhaustivo. Este transcurrió con toda la normalidad posible dada la situación. Habían removido hasta el último rincón de la casa y al parecer no habían encontrado nada sospechoso. Sin mediar palabra, se fueron por donde habían venido y no supimos muy bien lo que aquello significaba, pero parecía que habíamos superado la primera batalla. Sin embargo, lo peor no había pasado. Ahora era el turno de Ankou.

—Para lo mal que pintaba, creo que lo hemos sabido solucionar bastante bien —explicaba él dando vueltas por el centro del salón mientras el resto le escuchábamos sentados en los sofás—. ¿Se puede saber en qué coño estabas pensando Emilio? Te dije que no hicieras de las tuyas, que no hacía falta que traficaras por un tiempo. Con los billetes que te voy a dar por esto no tenías que preocuparte por el dinero. Pero tú no me has hecho ni puto caso. A una persona normal no se le hubiera ocurrido seguir trapicheando, porque, aunque no me lo hayas dicho, yo sé de sobra que cuando vinieron los polis la primera vez escondías algún alijo de droga por alguna parte de la casa ¿verdad? —Emilio no respondía y miraba fijamente al suelo—. ¡Oh claro que lo tenías!

Y en ese momento Ankou le propinó una fuerte bofetada.

—¡Insensato! —gritó mirándole a los ojos—. ¡Dios mío! ¿Sabes en el lío en el que nos podrías haber metido a todos con el estudio de pintura que teníamos montado abajo en el sótano? Gracias a Dios a que ayer te opusiste a que siguieran registrando y eso nos dio margen a mover todo el material del sótano a unas naves que yo tenía libres para que hoy en el registro los agentes no encontraran nada. Pero está claro que a partir de ahora vamos a estar en el puto punto de mira de la policía. Tu pasado Emilio no ayuda, pero después de lo de ayer, negándonos a un registro, es que no hemos hecho más que parecer culpables. ¡Hemos levantado la liebre!

Nadie se atrevía a añadir nada ni a replicarle. Era una reunión de equipo donde nos tocaba aguantar la reprimenda.

—No podemos quedarnos como si nada. No sabemos si la policía volverá en cualquier momento. Tenemos que trasladar el estudio de pintura a otro lugar. Hemos levantado sospechas y no nos conviene tener a la policía rondando por aquí —añadió el sicario.

—¿Y a dónde nos vamos a trasladar? —pregunté algo temerosa. Era la única, aparte de Ankou, que se había atrevido a hablar. Frederic permanecía callado.

—Como siempre, he tenido que buscar una solución para los problemas que me generáis vosotros. Si no lo hago yo, no lo hará ninguno de vosotros ¿verdad? Es la última oportunidad que tenemos de que todo esto salga bien, así que no quiero ninguna otra gilipollez por parte de ninguno de vosotros ¡¿Está claro?! —Ankou se tomó un tiempo para tranquilizarse después del grito—. Pues bien, a partir de hoy seguiremos con nuestro trabajo en mi empresa de construcción Brique d'or. Tengo naves suficientes con espacio de sobra para ello. De hecho, allí es donde he guardado todo el material del sótano que movimos ayer. Mañana os quiero allí a la misma hora de siempre. No podemos perder más tiempo. 

***

2 MESES DESPUÉS

30 de octubre de 2012, Montalcino, 15:06 horas

Tras una dura jornada de trabajo en el centro de salud, volvía ya a casa por el mismo camino que recorría todos los días. La rutina era monótona, pero me daba seguridad y hacía que me sintiera en calma conmigo misma. Sin sobresaltos, sin sorpresas, pero también se me planteaba aburrida de vez en cuando.

Eterna obsesión [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora