28 de febrero de 1969, Estrasburgo, 21:55 horas
El fin de semana estaba a punto de comenzar. Era viernes por la noche y eso significaba que nuestro momento favorito de la semana había llegado. Desde hacía algún tiempo se había convertido en una costumbre, casi en un ritual para nosotros. Era nuestro momento de desconexión total del mundo exterior.
El plan tan sólo consistía en pasar un par de horas juntos en el sofá viendo un programa de concursos en el que los participantes eran familias y donde las risas estaban aseguradas. Demasiado sencillo quizá, pero para nosotros era suficiente y nos hacía sentirnos más unidos; como una familia.
—¡Charlotte! —gritó Marc al mismo tiempo que entraba en la cocina.
—Sí, ya voy. Las palomitas ya están casi listas —añadí.
—No, no es eso —dijo tajante acercándose a la parte de la encimera donde yo me encontraba—. Necesito hablar contigo.
—¿Ahora, cariño? El programa está a punto de comenzar. Nos vamos a perder...
—No me importa el programa —añadió en tono cortante.
—¿Qué pasa Marc? —pregunté extrañada por su reacción—. Me estás asustando.
—Nunca pensé que tuviera que hacerte esta pregunta. Confié en que no fuera necesario, pero me veo obligado a hacerlo, aunque no me guste —hizo una pausa breve que consiguió aumentar todavía más la tensión—. Charlotte, ¿por qué me mientes? Esta mañana he visto tu coche en el aparcamiento de Brique d'or.
Jamás me atrevería a preguntarle si me había estado espiando, si no confiaba en mí, porque sabía de sobra que Marc no era de esa clase de personas. No se comportaba así. Él era diferente y eso fue lo que me enamoró de él.
La verdad es que me había pillado desprevenida. Sabía de sobra que existía la posibilidad de que él se enterara de todo algún día y viniera a pedirme explicaciones, pero no pensé que fuera a ocurrir en un momento familiar como ese con mi hija presente. Cada día me arrepentía de no habérselo contado desde un principio y de no ser capaz de hacer las cosas bien. Luego me acordaba de toda mi historia y entendía de nuevo por que no se lo contaba.
—Lo siento mucho, de verdad. Todo tiene una explicación y te la voy a dar ahora mismo. Perdóname, por favor —había llegado el momento de sincerarse.
—Pues si es así, ¿por qué no me la diste desde un principio? Te hubiera escuchado y apoyado sin dudarlo —sentenció.
Qué sencillo era decirlo cuando todavía era completamente ajeno a toda mi historia. Seguro que cuando le contase toda la verdad cambiaría de opinión. No era tan fácil de creer.
—Me daba mucho miedo perderte, que me dejaras en cuanto te enterases. Ahora que te conozco, no quiero perderte por nada del mundo y sabía que, si te lo hubiera contado desde un principio, habrías salido corriendo, porque yo también habría hecho lo mismo si supiera que mi pareja es una asesina —dije esto último susurrando para evitar que Béatrice lo escuchara.
—¿Vais a venir o qué? Acaba de empezar el programa ¿Y las palomitas? —preguntó Béatrice desde el umbral de la puerta de la cocina.
—Sí, cariño. Ahora vamos, ve yendo tú. Marc y yo tenemos que hablar sobre algo importante. Toma las palomitas —le expliqué mientras le daba un bol grande.
—Estáis más raros... —dijo mientras se volvía por el pasillo.
Marc no había abierto la boca. Estaba atónito. Su cara lo decía todo, pero él era incapaz de pronunciar nada. Estaba mudo y petrificado, como sumido en un fuerte shock. Hubiera jurado que se iba a desmayar allí mismo si no fue porque se sentó en una de las sillas. Él no era consciente ni de una tercera parte de mi historia. Solo sabía que mi exmarido era un cabrón machista y maltratador que me había puesto la mano encima alguna que otra vez. Pero no había seguido contándole más.
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Eterna obsesión [COMPLETADA]
Mystery / Thriller«El pasado no se puede borrar, únicamente se acepta y se supera. Por mucho que lo deseemos, tampoco desaparece, solo le gusta esconderse en nuestros recuerdos». Una chica con una grave crisis existencial, un amor verdadero pero complicado, un pasado...