16 de abril de 1966, Estrasburgo, 23:48 horas
Las lumbres del ocaso teñían el cielo de naranja por unos minutos antes de que el sol se perdiera por el horizonte hasta el día siguiente. Una luz cálida y tenue penetraba tímidamente por las ventanas e inundaba toda la casa.
Muy a mi pesar, nos despedimos desde el umbral de la puerta y nos dimos un último beso antes de que todo cambiara por completo. No pude evitar pensar que la próxima vez que viera a mi hija todas nuestras vidas habrían dado un vuelco enorme. Lo único que me tranquilizaba era ver que Béatrice vivía ajena a todo. En ese momento ella me miraba asustada como si pensara que su madre se estaba volviendo completamente loca. En el fondo, creo que no entendía por qué tenía que marcharse de casa ni por qué su madre no dejaba de besarla tan efusivamente si volveríamos a vernos pronto.
Tras cerrar la puerta, el silencio volvió a reinar en la casa y el miedo se implantó en el ambiente. Ahora sí, ya estábamos solos.
Anne acababa de venir a recoger a Béatrice para llevársela con ella a pasar la noche en su casa. No quería que presenciara cómo mataban a su padre. Con la excusa de tener una noche romántica y tranquila para nosotros dos solos, sorprendentemente Albert no sospechó nada del inusual plan.
No me apetecía quedarme a solas con él. Después de más de una década casados y de sobrevivir a sus brutales palizas durante años, ya no quedaba ni un ápice de lo que un día fue atracción y admiración por él. Ahora se había sustituido por un sentimiento de pánico y asco hacia el que algún día fue el amor de mi vida. Pero, desgraciadamente, no era la primera vez que me tocaba fingir; ya estaba acostumbrada.
Como ya era costumbre con él, esa noche Albert me agasajaría con todas las delicias que se le ocurrieran para intentar hacerme sentir como una reina en uno de sus múltiples intentos por borrar todas sus malas acciones antes de que volviera a convertirse en el monstruo habitual que lo poseía casi todas las noches después de terminar con dos botellas de vino para él solo. Después, me obligaría a cumplir como esposa y yo no tendría otro remedio que sucumbir. Rezaría por seguir con vida pasada la medianoche y me olvidaría de quien estaba dentro de mi piel en ese momento y del repudio que me producía intentando trasladarme a otra dimensión donde no sintiera nada, imaginándome en su lugar la cara del carismático hombre que había conocido hacía unas semanas trabajando en el Catharsis.
Pero de pronto, antes de que todo eso pudiera ocurrir, mientras él besaba mi cuello, escuché un ruido que venía de la cocina. Albert siguió como si nada, al parecer no se dio cuenta hasta que un sonido más fuerte, como si algo se hubiera caído al suelo, terminó por perturbarlo a él también.
Automáticamente cogió un bate que tenía detrás de la puerta de nuestro dormitorio y agarrándolo fuerte con su mano derecha caminó prudente y sigiloso por el pasillo de la casa. Yo lo seguía unos metros más atrás expectante ante la situación.
Al llegar a la puerta de la cocina, allí estaba. Un hombre encapuchado y con la cara cubierta removía en uno de los cajones buscando algo que llevarse. Todo era una farsa. Fingir un robo era la mejor opción para encubrir el verdadero motivo de aquella visita. No se le vía la cara, pero sabía que era Ankou. ¿Quién iba a ser sino? Aun así, el miedo hacía que las piernas me flaquearan.
El ladrón levantó la cabeza nada más que notó nuestra presencia. Albert y él se miraron fijamente. Al cabo de un segundo, mi marido se lanzó sobre él con intención de reducirlo y dejarlo inmóvil dándole una gran paliza que le quitara las ganas de volver por allí. Un hombre tan orgulloso como Albert no podía permitir que alguien asaltara como si nada su casa con parte de su familia dentro y este quedara impune.
ESTÁS LEYENDO
Eterna obsesión [COMPLETADA]
Mystery / Thriller«El pasado no se puede borrar, únicamente se acepta y se supera. Por mucho que lo deseemos, tampoco desaparece, solo le gusta esconderse en nuestros recuerdos». Una chica con una grave crisis existencial, un amor verdadero pero complicado, un pasado...