4 de diciembre de 2012, Montalcino, 10:08 horas
Después de la llamada de los agentes, me terminé el café de un sorbo y miré la hora en el móvil. Eran más de las diez y me extrañaba que mi padre no se hubiera despertado todavía. Siempre había sido un hombre de costumbres y muy activo. Lo de permanecer mucho tiempo en la cama nunca había sido de su agrado. Por un momento, un pensamiento fugaz atravesó mi mente y vi como una posibilidad el hecho de que mi padre se hubiera ido por la mañana temprano y sin avisar para evitar una despedida que sabía que me iba a doler.
Estaba encaminándome hacía las escaleras con intención de echar un vistazo a su habitación, cuando oí el crujir de la madera de los peldaños con cada uno de sus pasos.
—Muy buenos días, hija. Se me han pegado un poco las sábanas, pero he dormido mejor que nunca. No sé qué tiene esta casa... pero necesitaba descansar —añadió mientras bajaba abrochándose los botones de la camisa.
—Ya pensaba que te habías marchado sin decir nada.
—No me puedo hacer el ofendido porque pienses eso. Me conoces demasiado bien —aseguró.
—Papá, ya lo siento. Quería que desayunásemos juntos antes de que te volvieras a ir, pero tengo que marcharme. Me ha llamado la inspectora que está llevando el caso de Alessia. Han encontrado una chaqueta y un pañuelo que creen que pueden ser suyos y tengo que pasarme por el cuartel para confirmarlo. Te he dejado el desayuno preparado y hay café recién hecho.
—Muchas gracias, hija. Claro, por supuesto, corre y no te entretengas. Puede ser algo importante. Después cuéntale todos los avances de la investigación a Lorenzo, él me tendrá al tanto. Yo tengo que marcharme ya mismo. Es demasiado arriesgado que continúe por aquí.
—Desde luego, no te preocupes. Pero antes de que te vuelvas a marchar, quiero preguntarte algo —dije impaciente.
—Sí, dime.
—Es un tema que me lleva rondando por la cabeza desde que lo descubrí y necesito respuestas. Hace unas cuantas semanas encontré unas cartas antiguas por la casa en las que hablabas con una mujer. Sé que es algo personal, pero...
Y de repente el timbre de la puerta sonó. Bufé molesta por la interrupción tan inoportuna y estresada me dirigí a abrir.
—¿Esperas a alguien? —me preguntó mi padre ansioso.
—No —respondí ya de camino al recibidor.
—Me escondo en el cuarto de baño mientras tanto.
Al abrir la puerta, me topé con un rostro conocido.
—Hola, Natalia —saludó nada más abrir la puerta—. Perdona que te moleste.
—Buenos días. Béatrice era tu nombre, ¿verdad?
—Sí, eso es. Que buena memoria tienes —sonrió.
—¿Qué tal todo? ¿Cómo te fue con el tobillo?
—Muy bien. Tan solo hizo falta un poco de reposo y paciencia. Ahora está como nuevo —explicó riéndose y moviéndolo felizmente para demostrarlo.
—Me alegro. ¿En qué puedo ayudarte?
—Mira... verás, quizá haya sido demasiado atrevido por mi parte haber venido hasta aquí, pero es que necesitaba hablar contigo. ¿Puedo pasar?
—Pues me pillas un poco liada, la verdad. Justo iba a salir ahora.
—Claro, sí. ¡Qué tonta! Tienes compromisos. Ha sido una bobada. Me voy por donde he venido, no te preocupes. Quizá podamos hablar en otro momento más tranquilamente.
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Eterna obsesión [COMPLETADA]
Mystery / Thriller«El pasado no se puede borrar, únicamente se acepta y se supera. Por mucho que lo deseemos, tampoco desaparece, solo le gusta esconderse en nuestros recuerdos». Una chica con una grave crisis existencial, un amor verdadero pero complicado, un pasado...