𝗰𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝟭𝟱: 𝘀𝗲𝗱 𝗱𝗲 𝘃𝗲𝗻𝗴𝗮𝗻𝘇𝗮

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Los pasos de Michael quebraban las astillas de las tablas que formaban el suelo del Saloon. Los puños, ahora apretados, se tornaban en un amasijo blanco de furia que se abría paso entre la gente hasta salir del local.

De espaldas, con una camiseta negra y la mochila al hombro, Jayden revisaba algunos papeles con atención.

—Michael, ¡espera! —Intenté alertar, pero él no me hizo caso. Esa era una de las cosas de los hombres: por muy buenos que fuesen siempre eran unos imbéciles e ilusos que pensaban que su fuerza podía derrotar a cualquier persona, especialmente si era mujer.

La atacó por la espalda con un puñetazo y en cuanto su puño salió en dirección a la cabeza de Jayden, esta se giró, agarró su brazo, lo torció y estampó a Michael contra la pared del callejón, evitando así que alguien lo viese.

—¿Tu novio es gilipollas, Quinn?

—¡No es mi novio! —Espeté, intentando acercarme para que liberase al chico.

—¡Déjala ir! ¡No tienes derecho a...!

—Oh, cierra la puta boca. —Jayden lo golpeó contra la pared de nuevo y lo dejó caer al suelo. No quedó inconsciente, simplemente se alejó de ella arrastrándose por el suelo—. ¿Qué mierda le has contado? ¿Qué te he violado? ¿Qué te he torturado?

—¡Que la has secuestrado! —Gritó Michael desde el suelo, tapándose la nariz con la mano.

Jayden se giró de forma brusca al escucharlo y lo levantó del suelo agarrándolo con un puño por el cuello de su camisa.

—¿Solo eso le has contado? —Soltó una carcajada irónica, clavando su mirada en la mía—. Y yo que pensaba que en algún momento habías entrado en razón, pero parece que las penurias que sufre la gente por culpa de tu padre te dan igual.

—No me puedes obligar a ponerme en contra de mi padre y menos a retenerme.

—¿En contra de tu padre? —Se relamió los labios con una sonrisa pérfida y ladina—. A tu padre le dio igual si te matábamos o no, podríamos habernos deshecho de ti. Podríamos haberte dejado atada a un árbol en mitad del bosque, solo eras un peso del que Willa quiso hacerse cargo.

—¿Tengo que agradecerte no haberme matado por algo que vosotros incitasteis? Si no me hubieseis secuestrado todo esto no estaría pasando —repliqué, dando un par de pasos hacia ella, que se alejó de mí, saliendo del callejón.

—Si no te hubiésemos secuestrado, la gente no tendría esperanza para luchar. —sentenció, colgándose la correa suelta de la mochila al hombro—. Yo tengo una misión que cumplir, pídele al señor Michael que te devuelva a tu cómoda Villa y a tu ansiado matrimonio. —Se dio la vuelta y me miró antes de continuar—. Oh, y solo te mantengo con vida porque son órdenes de Willa. Si fuese por mí, ya estarías muerta.

*

Michael se levantó del suelo con un quejido y la nariz rota.

—No me dijiste que lo que quería era derrocar a tu padre. —Gruñó al tocarse la nariz y me miró con decepción—. Tu padre no va a morir, él nunca está en el campo de batalla. Es demasiado cobarde para eso, además, ¿se merece tu padre que lo defiendas así?

No, probablemente no se lo merecía, porque las cosas que permitió que me hiciesen me hacían temblar en mitad de una nada incierta y oscura que me atrapaba. Descendía con ella hasta los infiernos, me ahogaban las manos de todos los hombres que alguna vez me rozaron y solo la luz del alba me devolvía a la superficie para volver a caer con el crepúsculo estival.

—Pero ¿es ella la única contra tu padre?

—No, está con los Cabezas Rojas. —Michael abrió los ojos y alzó las cejas como si le hubiese confesado que estaba embarazada y el hijo era suyo.

cielos de cenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora