𝗰𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝟮𝟮: 𝘀𝗮𝗳𝗲 𝗮𝗻𝗱 𝘀𝗼𝘂𝗻𝗱

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—¿Y ahora? ¿Qué ha pasado? —Preguntó Quinn, que tapaba mi herida con gasa y esparadrapo.

—Ya te he dicho que no lo sé, Quinn.

Pero sí lo sabía.

Quinn había despertado algo que creía perdido o que quizás en mí no existía. Quizás podría llamarse ilusión o esperanza en que todo esto acabase y poder decirle lo que me hacía sentir, que me gustaría no acabar muerta para poder tumbarme en una cama junto a ella sin este miedo que me paralizaba.

—Vale, tranquila. —Su mano acarició el pelo fino de mi nuca y pasó la mano también por mi oreja al tenerla abierta—. ¿Qué se siente al experimentar el miedo por primera vez?

Quinn apoyó su barbilla en mi hombro y la miré de reojo. Ella sonreía con ternura mientras esperaba mi respuesta.

—Me duele un poco el pecho y me cuesta respirar, pero creo que lo superaré.

Quinn se echó a reír, mirándome como si yo fuese una ingenua y pobre chica que nació ayer.

—Se llama ansiedad, bienvenida al mundo real.

Chasqué la lengua sonriendo y negué con la cabeza. Qué cruel era el mundo, fue lo que pensé mientras Quinn pegaba los bordes del esparadrapo en mi piel. Conocí la sensación de electricidad justo cuando iba a morir. El mundo se hundía y yo no podía hacer nada para mantenerme a flote con ella, porque yo debía soltarme pronto para que ella pudiese flotar.

—Vamos a dormir —dijo ella, dejándome un beso inesperado en el hombro. Tardé en reaccionar, pero me levanté cojeando, agarré la almohada y caminé con un paso descoordinado hasta dejarme caer en el suelo, justo al lado de su mesita de noche.

—¿Qué haces? —Preguntó con medio cuerpo incorporado.

—Dormir, no quiero incomodarte. —Me acurruqué abrazando mi petate, dándole la espalda—. Buenas noches, Quinn.

—No me incomoda. Sufro más viéndote dormir en el suelo. Sube a la cama.

—¿Ahora me ordenas tú?

—Si no subes a la cama tendré que bajar yo al suelo —amenazó.

Me giré con una ceja alzada, observándola sentada al borde de la cama, y cedí porque lo que mejor se me daba era seguir órdenes.

Me levanté a duras penas por el dolor que me recorría el cuerpo, pero que se concentraba en el tobillo.

—Espera.

Quinn me agarró de las manos e intenté levantarme del suelo. Lo conseguí, aunque gracias a mi fuerza y no a su ayuda.

—Cuando descansas es incluso peor —me quejé, pero el tacto de su brazo rodeando mi cintura me tranquilizó un poco.

—Quizás mañana estés mejor.

—No lo creo.

Me tumbé en el otro lado de la cama con un quejido y apreté los ojos y los dientes mientras dejaba que el dolor pasase.

—¿Estás mejor? —Su voz sonaba dulce y preocupada, pero podía percibir que me miraba de cerca.

—Creo que sí. ¿Por qué te preocupas por mí ahora, Quinn?

Noté que se removía a mi lado y suspiraba.

—¿Quieres que deje de preocuparme por ti para que deje de darte miedo la muerte?

No pude evitar soltar una carcajada, recibiendo un golpe en el estómago como respuesta.

—¿Te puedo hacer una pregunta? —Dije.

cielos de cenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora